Tengo un saco de años. No tantos como para haber presenciado Troya ardiendo o la caída del Imperio romano, claro. Tampoco los suficientes para haber vivido el Barça de Michels, el Barça de Menotti o el Barça de Venables. Pero para solucionarlo existen bibliotecas, hemerotecas, sobre todo videotecas. Y estamos en el veintiuno y nos cargamos el mundo globalizándolo a cambio de algunas cosas buenas, como Internet. Si bien no presencié todo aquello, lo he visto y lo he vuelto a ver.

Pero es que tengo un saco de años. Y sí he vivido el Barça de Cruyff, el Barça ardiendo y la caída del Dream Team, el Barça de Robson, el de Van Gaal y el de Antic. A esos romanos desintegrándose a manos de unos bárbaros que se pasaban por la piedra aquellas legioncitas supuestamente mejor preparadas. Hoy día hacerse mayor no es la única vía para el conocimiento, ya digo. El material está ahí, a disposición de cualquier interesado. Pero tener ese saco de años quizá otorga una perspectiva que dé cierta lucidez para gestionar el tema.  

Como protagonista, tengo edad suficiente para saber que en los partidos del barrio siempre se elegían a los mismos, en idéntico orden. Para saber que el equipo que había elegido a los mejores solía ser el que mejor jugaba, y que si no lo hacía, al menos nunca pensaba en no tratar de hacerlo. ¿O tú escuchaste decir a los buenos que hoy tocaba salir a esperar? Edad para saber que si el equipo que había elegido a los mejores perdía, el siguiente partido se trataría de elegir a los mismos. Y el siguiente. Porque el fútbol, a la larga, no miente, teniendo al resultado a su merced.

Como aficionado, creo tener lucidez suficiente para saber que el Barça de Rinus Michels no le ganó al Leeds y no alcanzó así la final de Copa de Europa, pero que sin lo que representa Rinus Michels el fútbol europeo seguiría siendo hoy día, casi medio siglo después, lo que representa aquel fútbol del Leeds. Y si el fútbol del Leeds fuese el fútbol de hoy, no hubiesen existido Cruyff y Guardiola. O la lucidez justa, también, para saber que Menotti perdió contra Clemente y que si Clemente siguiese entrenándola no hubiésemos conocido a la España de Luis Aragonés y a la de Vicente del Bosque, con esos históricos títulos que en este momento me son indiferentes.

Creo tener edad, conocimiento y lucidez bastantes para que el fútbol, a veces tan esquivo y difícil de analizar en su aparente pulso con el resultado y el éxito, me engañe lo justo. Para saber que, como dijo Bielsa, no hay que analizar el resultado, sino el merecimiento. Edad, conocimiento y lucidez suficientes para saber que el fútbol que soñamos y jugamos en la infancia y que hoy esperamos ver al sentarnos frente al televisor o en el gélido estadio es el fútbol de Rinus Michels, de César Luis Menotti, de Johan Cruyff, de Frank Rijkaard, de Josep Guardiola, de Luis Enrique. Para saber que el fútbol que hace avanzar al fútbol es el fútbol de ataque, el proactivo y no el reactivo, el de Hungría hundiendo al de Inglaterra en noviembre del 53 y sembrando la duda en los creadores, el de Holanda perdiendo contra Alemania la final del 74. El de Guardiola y el Barça sin dar tregua a la pelota ante Ferguson y su imponente United.

El FC Barcelona tiene cinco Champions: una de Cruyff, una de Rijkaard, dos de Guardiola y una de Luis Enrique. Repasa esos nombres. Parece ser que el FC Barcelona es un buen ejemplo tanto para románticos como para resultadista. A ver si va a ser lo mismo. A estas alturas de la fiesta, ni las dos Ligas de Valverde ni las dos humillantes caídas en semifinales de Champions de Valverde me van a enseñar que el Barça de Valverde gana cuando propone balón y pierde cuando propone que el otro proponga el balón. Gana cuando va y pierde cuando espera. Como cualquier buen Barça.

No me lo van a enseñar ni esas victorias ni esas derrotas, porque ya lo sabía. A estas alturas de la tragedia, tras la segunda remontada épica que deja a las puertas de una nueva final al Barça, no he aprendido nada que no supiera tras las respectivas goleadas a favor en los partidos de ida. Porque como también dijo Bielsa, hay que analizar en la victoria, no dejarse llevar por la frustración en la derrota. Y eso ya lo hice.

Viví el Barça de Cruyff, el de Rijkaard, el de Guardiola, el de Luis Enrique, por lo que ya sabía el secreto de esto. Si eres el Barça y quieres ganar, has de ser valiente, has de proponer fútbol. Y hacerlo cada partido. En el alegre Camp Nou, bajo el aguacero de Leeds o en Anfield, cenándote las almas de los cien mil reds que te gritan que allí estás solo. Porque es el balón quien de verdad hace el camino.