Uno de los fichajes más inexplicables de la década lleva el nombre de Kevin-Prince Boateng. Cedido por el Sassuolo, el ghanés vino a cubrir la inesperada baja de Munir, que fichó por el Sevilla por un millón de euros. De 29 años y con una larga trayectoria en la élite, Boateng llegaba con la vitola de haberse adaptado en Las Palmas de Quique Setién como delantero centro falso y ser titular y con buenas cifras en el modesto pero atractivo Sassuolo.

El fichaje ha sido un desastre. Kevin-Prince ni dio con el perfil esperado ni encajó por nivel. Una incorporación sin sentido alguno, que cerró las puertas a los de abajo, y que acabaron por rematar Abel Ruiz y Carles Pérez en los últimos partidos frente al Getafe y el Eibar, respectivamente. Ambos delanteros del filial salieron en el último cuarto de hora y con ese breve periodo de tiempo tuvieron suficiente para demostrar que habrían podido aportar mucho más que Boateng.

Está acostumbrado el Barça a realizar este tipo de incorporaciones, más preocupado por encontrar perfiles contrastados que confiar con el talento de las categorías inferiores. La Masía destaca precisamente por formar jugadores con potencial para llegar al primer equipo y complementar el talento que se trae de fuera. Los fichajes de Arda, Aleix Vidal, Paulinho, Murillo y Boateng hablan mal de la dirección deportiva actual, que en caso de duda han optado por confiar en jugadores escasos de talento y que a la larga aportaron poco o nada.

El trabajo de García Pimienta esta temporada debe tenerse en cuenta. Puede que el filial no haya subido a Segunda, pero el trabajo del entrenador pasa por formar y eso lo ha conseguido: actualmente, hay varios futbolistas con potencial para consolidarse en el primer equipo. Desde Iñaki Peña en la portería hasta Abel Ruiz en la delantera, pasando por los Wagué, Miranda, Riqui Puig, Collado y compañía. Todos y cada uno de ellos sería capaz de aportar si surge un espacio en la primera plantilla, aunque empiecen en un plano secundario. Sin duda, mejor esto, que invertir dinero en alguien que no funciona ni tampoco da el nivel.