Mi abuela solía decir que es mejor estar lejos de los cobardes, porque a estos les gobierna el miedo y tarde o temprano tomarán una decisión errónea, catastrófica y no pensarán con la cabeza, sino con el que dirán como bandera. La mezquindad a la que te empuja el terror a lo diferente, acabará matándote y además lo hará de una forma ruin; no habrá nada en el recuerdo que te permita sentirte orgulloso al mirar atrás.

Cuando de plantearnos la dirección del equipo se trata, hace tiempo que este Barça tira por la calle de en medio. Apuesta por lo cómodo. Se veta a sí mismo los “grandes”; un Klopp, un Allegri, un Löw y hasta un Mourinho en su momento,  porque están lejos del modelo y el plus que proporciona el tener un entrenador de los realmente tops y diferenciales, no parece compensar la traición a nuestras raíces. Hasta ahí es decisión de club y se podría entender si la apuesta fuera real por el modelo y se diera las riendas, inteligente y valientemente, a un entrenador cuyo fútbol estuviera realmente cercano a nuestra identidad. Ya sea de la casa o algún “loco” que sabemos que apuesta por nuestro fútbol, un “Frank Rijkard” en su momento.

Pero no, la apuesta suele ser, ese quiero y no puedo. Ese entrenador que “huele” a Barça, porque es una manera de justificarse cara a los “fundamentalistas” que demandan el manido y muchas veces mal entendido “ADN Barça”. Y sin embargo se apuesta por un entrenador que conoce el fútbol Barça, pero no es su bandera. Maneja el juego de posición, pero no hace de sus equipo santo y seña del mismo. Conoce la Liga, pero no la casa. Es reconocido a nivel mundial y tiene un currículum potente, pero sin ser referencia mundial. Medias tintas, eso nos define.  Tata Martínez, Lucho, Valverde… entrenadores cercanos a nuestro fútbol, al menos en teoría y cada uno con sus matices, pero ¿está más lejos Klopp de nuestra idiosincrasia que Luis Enrique? Cuando menos discutible…

Y no, no estoy aquí para atacar a ninguno de los mencionados. Quién me conoce sabe, por ejemplo, que yo creí que Lucho funcionaría, aun cuando muchos ya le habían metido en una caja de pino tras aquella famosa derrota en Anoeta y meses después veríamos uno de los mejores Barça que han visitado nuestras retinas. Ese no es el tema, pero debemos fortalecer mentalmente a este club; jugadores, directiva, aficionados y entorno. Porque de nada vale tener el mensaje de considerarse un club especial, que gana desde lo diferente, si al rascar un poco vemos que esto solo es una capa de lacado que le damos a nuestra camiseta. Debemos proporcionar certezas a las que agarrarse todas las noches y así en las grandes galas no vendrán a visitarnos fantasmas que nos puedan arruinar los objetivos. Tenemos una plantilla excelente como para no optar cada año a lo mejor desde nuestra seña de identidad, desde nuestra diferencia. Y si de morir se trata, porque recordemos que esto es básicamente un juego, que se haga con la cabeza bien alta…