Por @13_danii

Está siendo una pretemporada atípica en Can Barça. Por primera vez en muchos años, Leo Messi no está. Si campañas pasadas era habitual verle perderse las giras o los partidos amistosos por culpa de los compromisos veraniegos con la albiceleste, Leo tenía la sana costumbre de dejar su sello en las primeras jornadas de liga. Así anotó:

-5 goles en las primeras 5 jornadas de la 18/19

-9 goles en las primeras 5 jornadas de las 17/18

-4 en la 16/17

-8 en la 11/12

No en vano, en los primeros compases de temporada, cuando el regate es más decisivo y los sistemas defensivos no están tan automatizados, el argentino, casi recién llegado de la playa, se servía de su calidad para destruir a los primeros rivales y, así, ir consiguiendo esas ventajas en el liderato tan difíciles de recortar, después, ante el martillo rosarino.

Por primera vez en su carrera, ya con 32 años, Messi no es el protagonista del agosto culé. Su lesión en el sóleo y las dudas ante una posible recaída invitan a la calma, la mesura y la confianza en un bloque que parece haberse reactivado ante la baja de su líder.

Sin el «10», pese al naufragio de San Mamés a manos -botas- del capitán Aduriz, el tercer Barça de Valverde está mostrando un intento por su versión más coral. Si ya en Bilbao se vieron los primeros trazos de un equipo en busca de la amplitud, la noche del domingo dejó claro que el nuevo proyecto blaugrana pretende retornar a los principios del juego de posición.

La presencia de Sergi Roberto, interior de cuna, y de Frenkie De Jong escoltando a Busquets, y sobre todo, la altura a la que estos esperan la pelota, sumado a la ya mencionada amplitud que proporcionan unos «extremos» pegados a la cal, permitieron ver a un equipo alegre, con capacidad de mover rápido el balón y recuperarlo muy arriba.  Más allá de las ventajas que el propio esquema generó a la hora de ejercer esa presión tras pérdida, el Barça mostró ante el Betis una energía pocas veces vista durante el último proyecto. La edad de las piezas, el hambre de los nuevos o la eterna semana que debió vivir el vestuario entre una y otra jornada pueden ser factores que expliquen esta nueva vitalidad, pero ya han sido suficientes para suscitar en el aficionado si es posible realizar ese trabajo ya no con Leo, sino con Suárez haciendo pareja con Messi en el ataque. Aunque eso, realmente, da para debate de los buenos, y más con los acontecimientos que pueden sucederse en los últimos días de mercado.

Messi no está, de momento, pero el Barça debe aprender a vivir sin él como hizo ante el Betis. Hacer del defecto una virtud y explotar al máximo las capacidades del equipo para que Leo, tan necesario como nunca en las noches de primavera, pueda llegar a donde el equipo no alcance. Repetir la actuación ante el Betis cada tres días se antoja complicado, pero sí los principios que llevaron hasta ella. Quién sabe si dentro de diez meses recordaremos la baja de Leo como uno de los detonantes del éxito azulgrana. Apostar por ello será la única manera de «regalarle» a Messi, en tiempo y forma, las condiciones necesarias para un regreso adecuado.

Vuelve pronto, Leo, pero vuelve bien.