Con motivo del estreno de la última película de Quentin Tarantino entablaba una conversación con unos colegas sobre la mejor obra del díscolo director norteamericano. Kill Bill I y II me entretienen como pocos filmes, Jackie Brown tiene su encanto, Malditos bastardos es emocionante y Reservoir Dogs la niña mimada de cualquier Tarantiniano, pero yo mantenía en aquel chat que Pulp Fiction era insuperable. ¿Y por qué?

Le estuve dando vueltas a la razón. La compleja estructura, Samuel L. Jackson recitando la Biblia, la BSO, el baile de John Travolta y Uma Thurman… Para mí sin duda lo mejor son los pocos más de 10 minutos en los que Harvey Keitel interpreta a este mítico personaje. Él mismo se presenta como un “solucionador de problemas”, un Ray Donovan a la vieja usanza.

El Barça ha tenido en Svetislav Pesic a su particular Señor Lobo. El serbio regresó en febrero de 2018 al club y se encontró un cadáver con los sesos esparcidos por todos los lados y a los responsables más que perdidos sobre cómo había que actuar para solventar la situación. Con simpleza y seguridad tomó las riendas del asunto y ha ido sacando al club poco a poco del enorme lío en el que estaba metido. Y no ha sido su primera vez en este tipo de empresas.

Ya cuando abandonó a aquel equipo junior yugoslavo absolutamente legendario de Bormio 87 asumió la misión de dirigir a un país sin excesiva tradición baloncestística como Alemania, que pasaba sin pena ni gloria por los diferentes torneos en los que participaba. Le pidieron que empujara al país en este deporte coincidiendo además con la reunificación. Seis años después y aprovechando el Eurobasket 1993 en casa Pesic le dio a los germanos el único título de su palmarés.

Tras este enorme éxito no dejó el país sino que se quedó en Berlín dirigiendo al Alba, que buscaba acabar con el dominio del Leverkusen en la liga local. Lo consiguió, estableció su propia dinastía en Alemania y otra vez logró la proeza de darle al país el único título europeo a nivel de clubes, la Copa Korac del 95. El Alba derrotó en la final al Stefanel Olimpia Milano de su compatriota Tanjevic, que tenía a sus órdenes a Gentile, Bodiroga o Fucka.

Dejó Alemania para volver a su país, que reclamaba su ayuda tras el fiasco de Sidney 2000. Yugoslavia había encadenado Oro en el Eurobasket 95, Plata en Atlanta 96, Oro Eurobasket 97 y Oro en el Mundial 98 tras su vuelta a las competiciones internacionales después de la sanción por la Guerra de los Balcanes, pero algo se empezó a torcer en el Eurobasket 99 y en la cita olímpica entre Obradovic y sus pupilos, así que reclamaron a Pesic para volver a la senda del triunfo. Y lo hicieron. Oro en el Eurobasket 2001 y Oro en el Mundial 2002. Ahí acababa la última generación balcánica ganadora hasta la sorprendente Eslovenia.

Y entonces le volvieron a reclamar para otro club en apuros. La directiva del Barça estaba cansada de esperar de Aito una Euroliga que nunca llegaba y cambiaron la fórmula contratando a Pesic, que cumplía los objetivos allá donde iba. Pero como el Señor Lobo es más que eficiente también es exigente y caro. Vendría no a cualquier precio sino con garantías para cumplir lo pactado. Fucka y Bodiroga y del resto se ocupaba él. Ya sabemos lo que pasó.

A partir de ahí fue asumiendo empresas menores con resultado irregular, destacando entre ellas el título de Eurocup con Akasvayu y la vuelta a Alemania para reflotar el basket germano a nivel de clubes con el pujante proyecto del Bayern.

Su labor en tiempos de guerra ha quedado sobradamente demostrada, pero ahora el Barcelona reclama algo más y mucho se está hablando de su capacidad para hacerlo. Su amor por la defensa sobre el ataque, la gestión del vestuario o sus métodos a veces arcaicos despiertan ciertos recelos en el barcelonismo, que teme que el serbio no aproveche todo el potencial ofensivo que la plantilla ahora sí tiene. Dudas razonables porque Svetislav Pesic nunca ha manejado una plantilla con tantos jugadores de calidad en competiciones largas y se le va a exigir ganar y divertir. Sin defensa no habrá títulos, pero es un roster para jugar de tú a tú contra cualquiera sin refugiarse constantemente en el aspecto defensivo.

De igual modo hay que reconocerle a Pesic su valor para meterse en un proyecto hundido en el que tenía poco que ganar y que ha puesto en disposición de volver a vencer. En base a esto sin duda alguna merece la oportunidad de continuar el proyecto que él mismo empezó y que ha ido dando pasos adelante.

No sabemos qué hacía el Señor Lobo cuando no estaba solucionando problemas y si se le daba bien crear proyectos sin grietas que tuvieran éxito, pero Pesic se ha ganado el derecho a que lo veamos. Ojalá no acabe como el Señor Blanco.