El Barça necesita un nuevo termómetro

En un contexto tan alejado a la normalidad competitiva a la que estaba asociado un club como el Barcelona tomar decisiones agresivas e invertir ingentes cantidades de euros parece poco menos que temerario. Un gran fichaje, buscar un nuevo Griezmann o el Frenkie de Jong del 2020, no parece a fecha de hoy una opción planteable. Ser responsables significa asumir este tipo de movimientos como contraproducentes a nivel económico, financiero o incluso deportivo.

El proyecto Setién, o cómo se quiera llamar en el momento que el técnico fue elegido a mediados de temporada para sustituir a Valverde, mantenía las mismas constantes vitales que le dejó el técnico extremeño. Un futbolista en el centro del campo con capacidad para corregir y aportar llegada a gol (Paulinho, Rakitic o Vidal) en sustitución de perfiles más asociativos y talentosos, con más riesgo, un suelo competitivo más bajo, pero un techo más elevado. Es más fácil perder con ellos, cuesta un poco más ganar, pero si se consiguiera un acople mayor el potencial es superior. Lo complicado es eso, complicado, pero genera mayor satisfacción.

La realidad deportiva de este proyecto es que en España es realmente fiable, con tendencia a sacar puntos de la nada a nivel de juego y mantenerse, bien o mal, en la lucha por la Liga. En el debe queda la falta de tensión competitiva cuando suena el himno de la Copa de los ricos del viejo continente, que acaba con las esperanzas de los culés cuando rueda el balón esperando a qué situación más absurda que la anterior va a derrumbar el equipo.

La derrota, con Piqué, Busquets, Alba, Vidal, Rakitic, Messi y Suárez

Seguir con esta generación que en su momento llegó a reinar en 2015 y que ya está dando varias muestras de que el termómetro está apuntando a temperaturas altas y la fiebre puede causar graves daños en la salud deportiva de la entidad. Jugadores como Collado, Aleñá o Riqui Puig probablemente no deban tomar hoy el liderazgo directamente, pero su presencia en el primer equipo asegura dos aspectos importantes de cara a una, más necesaria que nunca, reconstrucción: No conocen la derrota, ellos no estuvieron en Roma o Anfield, y su mantenimiento económico no va a ser tan cuantioso como suponen los contratos de los más viejos del lugar.

Otro punto a su favor, son jugadores que acercan el equipo a su entorno, más fácil que uno haga suyo un equipo con alguien de los nuestros en él, y difícilmente va a ser más aburrido, lento y angustioso que el equipo que nos dejaron Bartomeu y Valverde estos años.