Saltó la noticia este pasado jueves 14 de mayo de 2020: Malcolm Delaney han rescindido definitivamente su unión contractual y deja de pertenecer a la entidad azulgrana. El que fuera la guindilla del pastel el pasado verano y uno de los jugadores con un mayor rendimiento durante la temporada antes de la pandemia ya no volverá a vestir la zamarra culé y es, desde ahora, agente libre sin restricciones para firmar con quién quiera. Por todo esto nuestros expertos en materia de baloncesto (Arturo Sánchez, Oliver Domíguez y Joan Barriach) debaten en el podcast especial sobre Delaney y en este artículo en el que se pueden vislumbrar todas las posturas al respecto de una ruptura que no por esperable deja de ser una de las noticias de la temporada.

El Barça, excesivamente torpe

@Joanbarriach

La marcha o la rescisión del contrato de Malcolm Delaney, sea de mutuo acuerdo o sea unilateral, no deja de ser una mala noticia a fecha de hoy a nivel deportivo para el Barcelona. Hoy la plantilla es sensiblemente peor que ayer, y esto jamás puede ser positivo.

Esta noticia que ha saltado no sólo deja al equipo en desventaja deportiva, sino que manda una clara señal de que el proyecto, en pleno crecimiento exponencial después de la ambición mostrada el verano pasado, puede sufrir un retroceso justo en el momento crucial del ciclo de vida del mismo.

Malcolm se fue a Estados Unidos, a su casa,  poco después de que el gobierno de España decretara el Estado de Alarma y el confinamiento de toda la población. Vivía solo en Barcelona, ninguna seguridad acerca de la continuidad de las competiciones y Estados Unidos recomendó a sus ciudadanos en el extranjero que volvieran a su país prontamente. Su actuación fue absolutamente lógica y sensata. En estas circunstancias cabría esperar de una entidad como la culé, uno de los clubes mas importantes del planeta deportivo, un poco de mano izquierda y capacidad de adaptación al difícil contexto que todos estamos viviendo. No únicamente a nivel económico, su renovación tenía que ser negociada y el Barça debía valorar hasta qué punto podría llegar para alcanzar un acuerdo con el base americano, sino también deportivo: La Euroliga aún no se ha cancelado y la liga española tiene ya fechas de juego para terminar la temporada.

No haber, siquiera, llegado a ese punto significa que el club fue excesivamente rígido e intransigente en un momento en el que se exige capacidad de adaptación. Al final, el talento en el deporte es escaso y si lo tienes en tus filas tu labor como entidad es protegerlo, no castigarlo ni penalizarlo cuando se manifiesta como ha ido haciendo la actual directiva estos años.

Un chantaje insostenible

@turuwilder

Hace bien el Barça no cediendo al chantaje al que le somete Malcolm Delaney, que al explicar la rescisión de contrato dice que pedía dos cosas para regresar a Barcelona: la seguridad de que habría temporada y garantías de que continuaría el año siguiente (es de suponer con una gran subida y multianual).

Hay que ser desubicado para pretender que, dada la situación actual, se le garantice que vaya a haber competición. Tampoco el Barça le puede garantizar un nuevo contrato como el que pueda pedir a un jugador de 31 años y plaza extra que todavía no ha sido testado en los momentos decisivos de la temporada, que es cuando uno se gana los contratos. Y menos cuando la situación económica se va a ver gravemente dañada por esta crisis y sin fecha establecida de retorno (igual no se puede ni empezar la próxima campaña), las circunstancias invitan a la prudencia. En baloncesto las renovaciones van despacio, se alargan hasta mayo-junio y las prisas del americano no son razonables.

Utilizar como instrumento de presión su participación en lo que resta de temporada (si la hay) no me parece profesional y sí una falta de respeto a sus compañeros, que sí están entrenando. Por los mismos motivos que esgrime Delaney Kevin Pangos, Ante Tomic y Kyle Kuric podrían quedarse en sus casas y no acudir a entrenar. No podía el Barça permitir este atropello y rebajarse. Lo que empezó siendo un debate casi sobre humanidad (lo normal de que se fuese a USA etc) se ha reducido a una cuestión de dinero, solo que en medio de una situación extraordinaria y con contrato en vigor. Sus palabras sobre los minutos que ha tenido y el contrato que nadie le obligó a firmar son falaces y de un victimismo exasperante.

Habrá quien diga que esto esto es una negociación más y que se comporta como cualquiera, pero en el momento en que no acude a su puesto de trabajo si no se le ofrece el contrato que quiere ya no es negociación sino una imposición, un ultimátum y un chantaje.