El pasado 4 de enero, cuando la crisis del coronavirus empezaba a asomar en China, el Barça se coronó campeón de invierno tras empatar en casa del último clasificado, el Espanyol (2-2). Un título honorífico de poca relevancia que ponía de relieve un dato revelador: los azulgranas eran el peor campeón desde la temporada 2006/07.

Con tan solo 40 puntos en el zurrón, e incapaces de ganar al colista en otro partido para olvidar, un Barça empatado a puntos con el Madrid simbolizaba el fin de una época gloriosa, y confirmaba una tendencia que no hizo más que acentuarse en las siguientes jornadas.

Y es que el nivel competitivo de LaLiga ha bajado a niveles alarmantes. Podemos afirmar que el actual líder de la competición, que sigue siendo el Barça, estaba realizando hasta el parón del coronavirus una temporada para olvidar.

De entre la maraña de partidos aburridos, puntos desechados, entrenadores despedidos y escándalos de la junta que nos ha dejado esta 2019/20, solamente se salva la que ha sido la mejor noticia del curso: Ansu Fati. Una aparición brillante – y prácticamente inexplicable –, que desafió la lógica del fútbol de élite.

A Ansu le llamaron un día caluroso de finales del mes de agosto para entrenar con el primer equipo como premio a su gran pretemporada a caballo entre el Juvenil A y el Barça B. Impresionó tanto a Valverde que, ante las bajas de Messi y Suárez, le convocó para el partido contra el Betis y, con el resultado encarrilado, le hizo debutar en el último cuarto de hora.

Ansu no volvió a entrenar más con el Juvenil, ni siquiera con el filial. Siguió convocado por Valverde, que le dio entrada en Pamplona a la jornada siguiente, y a los cinco minutos marcó el gol del empate con su jugada predilecta, atacando el segundo palo para rematar un centro desde la derecha.

Debutó como titular a la siguiente jornada frente al Valencia y en el minuto 5 el marcador estaba 2-0, con gol y asistencia de Ansu incluidos. Ni en los mejores cuentos de hadas.

Con tan solo 17 años, Ansu Fati ha venido para quedarse. Ha sido, sin lugar a dudas, la mejor noticia de una temporada que resume mejor que nunca la mala planificación de la plantilla: la vieja guardia, en pleno ocaso de sus carreras; los nuevos, sin dar el paso adelante que se les demanda; y el resto, incapaces de estar a la altura de lo que se les pide para todo un FC Barcelona.

Si se extraen las conclusiones pertinentes a final de curso, la cantera debería seguir siendo la respuesta a varios de los males que acarrea el club, aunque los dirigentes estén más pendientes de cuadrar cuentas para no tener que afrontar las pérdidas en plena crisis del COVID-19.

Con su talento y desparpajo por delante, es fácil imaginar a Ansu en el rol de quinto delantero el curso que viene, ejerciendo de revulsivo, sin prisas ni responsabilidades de más: se lo ha ganado con creces.