«Ernest Hemingway escribió una vez: «El mundo es un buen lugar por el que vale la pena luchar». Estoy de acuerdo con la 2ª parte». Siempre me ha gustado mucho esta frase que pronuncia Morgan Freeman en «Seven» y me parece la mejor manera de empezar esto que necesitaba soltar, pero que me cuesta horrores escribir. Se me hace muy difícil explicar todo lo que se me pasa por la cabeza para hablar de Dani, pero es una mezcla de tristeza y rabia por lo que le ha tocado a un chico de 26 años con semejante espíritu. Y no me gusta sentirme así porque no va en consonancia con cómo él actuaba. Hace unos días hablaba con él y me contaba que las apuestas no estaban de su lado, pero que iba a seguir peleando e intentándolo. Finalmente esta puta enfermedad le ha vencido, pero la huella que ha dejado en todo el que lo conoció es imborrable.

No sé cuánto durará esta red social llamada Twitter, pero me voy a llevar a mucha gente de aquí. Tendrá muchas cosas malas, pero gracias al pajarito he conocido gente con la que me encanta charlar y que se ha incorporado a mi vida. Aquí empecé a conocer un poco más a la que luego se convirtió en mi mujer. Gracias a esto me incorporé a Rondo y conocí a compañeros que luego se han convertido en amigos. Gracias a esto conocí a Dani.

Aquel follow al chico con la foto con Manolo Preciado. Conversaciones sobre su envidiable armario de camisetas. La natural manera con la que contó su primer diagnóstico. Su incorporación a Rondo y descubrir su gran talento para escribir con esa redacción tan personal y genial. La alegría de su curación. Su complicidad en las indirectas que le mandaba a mi mujer para que me comprara camisetas de fútbol. Su manera de disfrutar del Barça, siempre con buen talante y respetuoso con todo el mundo. La recaída. Es imposible olvidarlo. Y el cachopo.

Siempre he tenido curiosidad por esta receta típica asturiana, pero no me gusta el queso, y menos si es fuerte. Y tampoco he pisado Asturias, así que siempre hablábamos de hacer una escapada a su tierra para conocernos en persona comiendo un buen cachopo (con queso suave, eso sí). Y nunca se pudo hacer y es algo que me va a perseguir siempre, esa espina de no haber podido conocerlo más y mejor.

Era imposible no quererle. A todos nos ha dado una lección de vida por cómo ha llevado su enfermedad. Incluso en las peores circunstancias mantenía la ilusión y su buen humor. Hace nada me preguntaba cómo evitar la fuga de jugadores del Siero en su partida del Football Manager. Hace nada le preguntaba cómo leches jugar bien al NBA2K y me decía escuetamente «ponte el nivel más fácil como hago yo». Este mismo sábado quiso encargarse de las notas del Sevilla-Barça. Era absolutamente admirable cómo llevaba todo.

En Rondo no solo nunca dejó de escribir sino que además era un compañero comprometido. Siempre dispuesto a proponer nuevas ideas, a participar en proyectos, en textos corales, podcasts y dándole vida a los juegos propuestos desde la cuenta de Twitter. Siempre atento a cualquier compañero que tuviera algún problema. Era el compañero ideal y, como yo, formó parte de la familia de Rondo primero desde fuera y luego desde dentro. Ese chat de grupo donde él siempre solía ser el primero en contestar ya no será lo mismo. Es difícil explicar que alguien a quien no has visto en persona en tu vida te deje una huella tan profunda, pero supongo que ahí residía el don de Dani.

Cuando marque un gol el Barça me voy a acordar de ti. Cuando aprenda a jugar al NBA2K. Cuando me toque pasar momentos amargos me acordaré de ti y trataré de afrontarlos como hiciste tú. También cuando en ese chat de grupo nadie responda a mis locas ideas para textos. Cuando juguemos contra tu Sporting y cuando recordemos a Quini. Cuando no vea tu #RBPorraXI finalizando siempre con el «Y Leo». Y cuando me coma ese cachopo que se nos ha quedado pendiente en tu Pola de Siero.

Camarada, compañero y amigo Dani, qué privilegio fue conocerte. Gracias por tu lección. Nunca te olvidaré. Descansa en paz.