EL BARÇA SE ALEJA DEL TÍTULO EN ‘LA NOCHE DE LOS PENALTIS’

Tras una polémica semana colmada por el supuesto conflicto Messi-Sarabia y el controvertible trueque Arthur-Pjanic, el Barça no consiguió pasar del empate ante el siempre complicado Atlético de Madrid (2-2). El equipo de Setién, pese a ofrecer un buen juego, tan solo pudo perforar la red de Jan Oblak a través de un gol en propia puerta de Diego Costa (0-1) y otro de penalti – al estilo Panenka – de Leo Messi (2-1), su ansiado 700 por cierto. Los azulgranas se descuelgan del pulso con los blancos en lo más alto de la tabla, quienes tienen la posibilidad de situarse cuatro puntos por encima, una distancia difícil de remontar a cinco jornadas de la finalización del campeonato.

Con una puesta en escena algo más definida, el Barça empezó y terminó el partido moviendo el balón con gran velocidad, en parte gracias a la magnífica actuación de Riqui Puig, quien, probablemente, disputó su mejor partido con el primer equipo desde su debut. Setién confió en la frescura del joven canterano y entregó el ataque a los laterales Jordi Alba y Nélson Semedo, escudados por los centrales y por ‘multiusos Rakitic’, reconvertido esta vez en falso lateral izquierdo. No obstante, aunque sí pudieron verse diversas internadas hacia el área rival, el equipo tuvo dificultades para generar ocasiones claras, todavía preso de esta especie de ‘centrocampismo’ excesivo y, por momentos, infructuoso.

Algo de suerte tuvo el Atlético de Madrid encontrándose con un penalti en la primera parte que tuvo que repetirse tras un ligero avance de Ter Stegen, quien no pudo atajar el segundo disparo convertido por Saúl Ñíguez, autor también del empate final (2-2), nuevamente de penalti, el cuarto lanzado durante el partido. A la fortuna del conjunto colchonero, dignísimo rival, tuvo que añadirse la suficiencia física y la indecisión del entrenador del Barça a la hora de hacer los dos cambios ofensivos por los que optó (Ansu por Busquets 85’ y Griezmann por Vidal 90’), ambos ejecutados a destiempo y bajo una lógica discutible puesto que el conjunto de Setién terminó volcado hacia arriba sin orden ni guion establecidos.

Resultado a parte, destacaron la impecable actuación de Clément Lenglet en la zaga azulgrana y el ‘sorpasso’ casi definitivo de Ansu Fati sobre Griezmann, quien volvió a tener un papel prácticamente testimonial. Puede que el equipo tenga cierto margen de mejora de cara a la breve e inédita Champions League que se presenta para el próximo mes de agosto. En cuanto a La Liga, la clasificación va dejando poco a poco al Barça en el lugar que merece. A día de hoy, es un equipo inconsistente que cuelga de un alambre en cada minuto que disputa. De hecho, hace demasiado tiempo que no gana con comodidad. Y, a todo esto, hay que sumarle el escaso fondo de armario que presenta la plantilla debido a la dudosa gestión del club a nivel institucional y deportivo.

La dificultad para anotar está siendo uno de los mayores problemas del Barça en la última fase de la temporada, sumergido en un esquema que casi siempre muere en la zona de tres cuartos hasta el punto de que un gol podría parecer una anarquía, una especie de fuga del sistema central. Para colmo, a Leo se le vio algo fundido en el tramo final mientras que Ansu y Griezmann no tuvieron el tiempo suficiente para ser esa vía de escape que tanto necesita el equipo.

El Barça queda tocado, pero no hundido. Por increíble que parezca, acumula motivos para sentirse afortunado de mantenerse vivo en la disputa por el título. A los ya mencionados, cabe añadir el contraproducente cambio de entrenador en mitad de curso y la buena racha del Real Madrid en las últimas jornadas. En definitiva, el equipo que pudo verse anoche en el Camp Nou no es más que el resultado lógico de una temporada tan lamentable como atípica en la que termina primando el oficio por encima del proyecto. Básicamente, porque no lo hay.