Por @PapitoOscar

Hay jugadores a los que la línea de cal se asemeja a la valla de una prisión y otros a los que se parece más  a la pared en la que se impulsan para acelerar su juego. Nuestro protagonista no entiende de condenas. No sabemos si es por su tremenda juventud y quizá hasta cierto punto inconsciencia, pero lo que sí sabemos es que ya, entiende el fútbol como un veterano de estas guerras.

A nadie escapa que hablamos de un jugador especial, no ya porque su irrupción en el panorama internacional de la mano de Ernesto Valverde y con tan solo dieciséis años, se haya producido precisamente siendo un niño. Sino porque su lectura del juego y su capacidad para, de tan poco, obtener tanto llama la atención tanto a neófitos como a tullidos especialistas del juego. Cuando Ansu pisa el verde algo va a ocurrir más pronto que tarde. No sale al terreno de juego a pasar el rato, sale para marcar diferencias con su juego y pesar en el partido. Ya sea con el balón en los pies amenazando la esquina del área rival a pie cambiado. O bien lanzando desmarques de todos los colores que generan el espacio necesario al compañero que dan continuidad al fútbol del equipo.

Normalmente la profundidad del equipo la daban los laterales, tanto Alba como Sergi Roberto/Semedo, suelen ser los puñales que aparecen y no están, generando esa sorpresa al espacio tan necesaria pero sobre todo tan cara en el fútbol moderno. Con Ansu esa posibilidad puede venir desde el “extremo”. Y en este caso el uso de comillas está justificado; hablamos de un segunda punta que parte desde la banda pero que tanto en el desmarque sin balón, como en el gambeteo con el mismo, la búsqueda de las zonas interiores es continua. Si una palabra define al todavía en construcción futbolista es asociación, pero no solo con el compañero, sino con el juego. Nunca se desconecta. Nunca hace un movimiento cara a la galería, todas sus acciones son productivas y con un fin. Como decimos, no solo en sí mismo, sino muchas veces orientado a la ventaja colectiva.

Además como ya sabemos tiene una cuota de gol importante. Necesita muy poco para generar ocasiones y además tiene precisión en la ejecución. Cómo maneja ese carril izquierdo, cómo lo usa para su propio beneficio y el de sus compañero. Esta capacidad goleadora que comentamos… todo recuerda al mejor Cristiano, sin su exuberancia física, todavía, porque como decimos, seguro que su cuerpo seguirá evolucionando en los próximos años. Por todo ello hablamos de un jugador que ya a sus corta edad resulta muy impactante en el juego. Del entrenador de turno depende como maneja su potencial, como trabaja su importancia en el presente y su proyección de futuro. Cuando toca que participe desde el minuto uno y cuando va a ser la revolución en el sesenta/setenta de juego. Lo que es cada vez más evidente es que hablamos de uno de los elegidos, generando la ilusión de un proyecto que ya es real, pero al que todavía no se le dilucida su cota en el horizonte…