De @PapitoOscar

Dentro de dos semanas se aproxima una fecha crítica, de hecho el único día clave que queda pendiente de esta caótica temporada. Una vez resuelta dicha eliminatoria contra el Napoli, si tenemos la fortuna de que esta caiga a nuestro a favor, nos aproximaremos a una suerte de torneo corto donde, como ya sabemos, no tiene por qué ganar el equipo que mejor juegue, ni si quiera el que disponga de los mejores futbolistas, sino el que más y mejor compita. Y a eso nos tenemos que ceñir, aunque seamos el Barça.

Porque sí, eso precisamente juega en nuestra contra; nunca hemos ganado nada donde no hayamos jugado bien, probablemente seamos el único club del mundo que no triunfa en un torneo que no “merezca” y no seamos ingenuos, hoy por hoy no merecemos este título, pese a que dispongamos en nuestras filas al mejor jugador de la historia de este deporte o, sin ir más lejos, al portero más influyente en positivo en el juego de su equipo. Y ese precisamente debe ser el plan; potenciar a dichos pilares, minimizar nuestros defectos.

Es evidente que no somos un equipo de juntar líneas atrás, sobre todo porque careceríamos de velocidad arriba para propiciar esas llegadas a campo abierto una vez recuperado el balón. Seguimos siendo ese equipo que gusta de merodear el área rival hasta encontrar el resquicio que nos permita perforar el arco contrario y esa seña de identidad debemos de intentar mantenerla; defensa con balón, cuando no somos capaces de correr hacia atrás, ni hacia delante.

De esta reanudación debemos quedarnos con dos partidos en los cuales hemos mostrado lo que queremos ser. Sí, no va a existir ningún rival en Lisboa como un Villareal o un Alavés, pero ese es el camino.

Destaca en ambos envites un Riqui Puig y un Ansu Fati decisivos y demoledores. Cara al torneo que nos ocupa quizá la apuesta debería ser más como revulsivos que como apuesta inicial, al menos el delantero. Así como un Griezmann que demuestra ser uno de los mejores futbolistas de la plantilla, no abriendo su posición para no pisarse con Leo, sino precisamente apoyándose entre los dos y jugando muy juntos. Una opción a barajar, también porque un hipotético cuatro, cuatro, dos simplifica el compactamiento de líneas.

Un Frenkie de Jong que acabará jugando en su sitio pero que cara a esta apuesta puede ser más lógico hacer uso de él como pulmón del equipo, capaz de dar dinamismo en cada zona del equipo donde traslade el esférico.

Y en la defensa un seguro de vida cuando de competir se trata; Gerard Piqué, a día de hoy el mejor central del mundo para ir a una guerra. Quizá la mayor garantía y el mejor amigo de ter Stegen a la hora de promover una defensa desde el propio área.

Volvemos a la misma palabra: competir. Y ahí pocos ganan al tres y nos retorna a la premisa inicial:  un enorme portero y un extraordinario delantero nos hacen ser competitivos per se.

Potenciémolos… no somos los favoritos, extraordinariamente no lo somos; esta también debe ser una carta a poner sobre la mesa y usarse, tanto con humildad, como con inteligencia…