Por @PapitoOscar

No recuerdo un solo cambio de entrenador en medio de la temporada que al Barça le haya funcionado de manera fehaciente. Y el despido de Valverde y contratación  de Setién esta pasado Enero no ha sido una excepción.

Partiendo de la base que la continuidad de Ernesto esta temporada ya fue un error mayúsculo del club, pues su salida en verano era más que necesaria. Una vez decides jugarte la temporada con el entrenador extremeño, deberíamos haber seguido hasta el final a no ser fuerza mayor y, personalmente, perder la Supercopa con un Atleti jugando un buen partido, no lo considero como tal.

Normalmente, cuando de traer un entrenador en medio del curso se trata, esta acción se ejecuta pensando en un cambio de dinámicas, de sensaciones, de agitar algo, club, jugadores, afición, todo… pero cuando de este equipo hablamos la cosa cambia, aquí la crítica viene porque “no se jugaba bien” o sería mejor decir, no se jugaba acorde con los parámetros marcados por este club desde que el cruyffismo es la religión establecida. Es decir, lo que se buscaba con la incorporación de Quique no era agitar el árbol, sino plantar uno nuevo y que floreciera en tiempo record. Y no, de momento no se ha inventado el entrenador que haga realidad ese milagro y el santanderino no es una excepción.

Podemos decir que debería ser más valiente con los jóvenes, Ansu y Riqui Puig sobre todo. Podemos decir que tiene una lectura de partido deficiente; pocas veces el Barça ha remontado resultado y sin embargo han sido ya unas cuantas las que se ha dejado remontar. Y, enlazado con estos dos puntos, están sus pocas y tardías intervenciones sobre el once que pisa el verde, algo que además se ha dejado notar con más pronunciación a partir de la reanudación de la competición, con los cinco cambios que se permitían. Y no digamos nada de lo mal que maneja el mensaje ante los medio; que alguien le explique a este señor que somos el Fútbol Club Barcelona y eso no es un club cualquiera. Todo esto sin duda está en el debe del actual entrenador culé, lo que no sabemos son las causas que lo provocan, más que un factor contrastado y no achacable a él; tenemos una plantilla muy corta de efectivos y eso hace que el juego que pueda dar la entrada y salida de jugadores al terreno de juego sea bastante limitada cuando hablamos del Barça.

Aun así la afición ya tiene su nuevo chivo expiatorio, esta vez no está vestido de corto ni sobre el terreno de juego. Podría ser Dembélé, pero las lesiones no les están permitiendo ejecutar ni siquiera ese papel. No, la “culpa” está en el banquillo. Él es el que nos está haciendo “jugar regular”. Él es el que no nos permite presionar arriba, ni lanzar contras desde abajo. Él es el que no facilita el control del juego desde el balón. Él es el que pondera equivocadamente que hace más falta un “Vidal” que un “Puig”. Él es el que no ha permitido que el equipo florezca como lo que su naturaleza demanda, un adalid del fútbol de posición, donde el balón es nuestro y es el auténtico protagonista.

Quizá deberíamos preguntarnos si las características especiales de su incorporación, así como de la situación actual tanto por el hecho, como ya hemos comentado, de una plantilla corta y envejecida, como futbolistas con ciertos vicios adquiridos irreconducibles, tenga algo que ver en todo esto. Quizá los que nos equivocamos fuimos los que, una vez comenzada la temporada, no supimos acabarla en el barco de Ernesto. No sé, pregunto…