El Bayern hunde al Barça en la miseria
El Bayern de Múnich endosó al FC Barcelona un escandaloso 2-8, el resultado más humillante que ha sufrido el club catalán desde 1946. Fue especialmente doloroso para los culés resucitar semejante dato histórico -por lo vergonzoso- en tiempos de Leo Messi. Francamente, cuesta imaginar un escenario peor. La del viernes en Lisboa fue la derrota definitiva, aquella que da verosimilitud al anunciado hundimiento y que termina con cualquier intento de fe en estos jugadores.
Piqué, honesto, fue el primero en ofrecerse a salir del club para dar paso a la obligada regeneración. Sus declaraciones auguran la fosilización final de los últimos vestigios del guardiolismo, un legado que permitió la consecución de cinco Ligas pero que no se supo reconstruir de cara a la Champions League. Cabe recordar que el propio Guardiola, en 2012, ya advirtió de la necesidad de renovar la plantilla, pero de eso ya han pasado ocho años y el club sigue mostrándose inflexible y subordinado a a jerarquía de los futbolistas.
Desde entonces, a excepción de la orejona que levantó ‘El Tridente’ en 2015, la Champions League es sinónimo de debacle para el FC Barcelona, pues las eliminaciones se cuentan por goleadas: Turín (3-0), Roma (3-0), Liverpool (4-0) y Lisboa (2-8). Tras Luis Enrique y Ernesto Valverde, el último en padecer el achaque ha sido Quique Setién, seguramente el entrenador más insignificante del mundo, víctima de la preponderancia de los jugadores y la incompetencia de los directivos. A la vista está que el club denota carencias en todas sus áreas.
Me pregunto a qué ciclo se refieren aquellos que hablan de ‘fin de ciclo’ cuando realmente nunca lo ha habido. En los últimos años, la dinámica del club no ha sido otra que acomodarse en la inercia ganadora de Leo Messi, subestimar la figura del entrenador y gastar cifras estratosféricas en futbolistas de supuesta talla mundial sin atender a las necesidades del juego. De nada sirve hablar de ciclos con un club que hace tiempo que abandonó el ojo futbolístico al servicio de la economía y el interés particular. En definitiva, no se puede vivir del fútbol desamparándolo.
De no convocar elecciones, Bartomeu podría posponer un año más la urgente recuperación global aferrándose a un último cambio de entrenador y un par de fichajes de renombre. La enésima repetición de la fórmula se presenta como su única bala para poder ganar la batalla electoral. Sin embargo, el descontento general y las probabilidades de volver a fracasar pesan demasiado como para no valorar un anticipo de los comicios. Es el momento para que aparezcan nuevas propuestas para un club que debió transformarse hace mucho tiempo.
Precisamente lo que sí supo hacer el Bayern de Múnich, un conjunto capaz de encontrar una sinergia de colaboración entre la juventud y la experiencia. Los futuros candidatos a la presidencia
del Barça deberían tomar nota del club bávaro, detonante y referente al mismo tiempo. De lo contrario, el FC Barcelona seguirá subsistiendo en función del acierto de Leo Messi. Nadie pone en
duda que el argentino conserva suficiente potencial como para liderar el cambio. La pregunta es: ¿quiere hacerlo?