Koeman, una promesa contra el ‘cortoplacismo’

El rejuvenecido Barça de Ronald Koeman se estrenó en La Liga con buen juego y goleada ante un Villarreal prácticamente extinto (4-0). Un inicio optimista en el que brilló un nombre por encima del resto: Ansu Fati, un niño de 17 años que asumió con asombrosa madurez el liderazgo ofensivo del equipo en su debut como miembro de la primera plantilla.

El conjunto azulgrana se presentó en el Camp Nou deseoso de corregirse y ansioso por rehacer su orgullo tras un verano difícil, marcado por el desastre de Lisboa y los lances entre Messi y el presidente Bartomeu. Así lo reflejó la intensidad exhibida durante los 90 minutos, seguramente el titular más relevante del encuentro de ayer. Pero la falta de piernas no fue lo único que subsanó el equipo. Tanto la regeneración, especialmente visible en los cambios del segundo tiempo (Pedri, Dembélé, Pjanic y Trincao), como la implantación de un sistema ofensivo más líquido y dinámico fueron las otras grandes noticias de la noche.

La fragilidad que mostró el conjunto de Unai Emery probablemente favoreció la ejecución de la nueva cara de los culers, pero no deja de ser notorio que el Barça ofreciera, por fin, novedades en el juego, la organización y la actitud de sus futbolistas. La mayoría de ellos titulares habituales de la temporada pasada. Si uno revisa el partido nombre por nombre, ciertamente podría extraer una lectura positiva en cada una de las posiciones del campo.

En el apartado defensivo, Neto respondió como lo que se le pide: un portero suplente de garantías. Los laterales Alba y Roberto volvieron a proponer ese vértigo incisivo que tanto necesitaba el equipo, apareciendo por sorpresa en sus respectivos carriles en lugar de permanecer en ellos. Los centrales Piqué y Lenglet estuvieron especialmente acertados en el pase e impecables en el juego sin balón. En la medular, el doble pivote aprobó su primer test, aunque desdibujó su lógica y esperada horizontalidad, pues De Jong actuó la mayoría del tiempo por detrás de Sergio Busquets.

Por encima de los centrocampistas, sobresalió la comodidad con la que se desenvolvió Coutinho, beneficiado con su nueva posición, más centrada. Messi volvió a marcar con la camiseta del Barça y fue conectándose progresivamente al juego del equipo, por cierto, menos obsesionado con su participación. Griezmann no brilló, pero sus desmarques fueron claves para la apertura de nuevos espacios en el área rival. En la jugada del primer gol, Ansu pudo definir con relativo placer gracias a un arrastre del francés, llevándose a los centrales hacia la línea de fondo.

Lo del chico, Ansu Fati, es una bendición. Su irrupción, con Leo todavía en activo, es una oportunidad única para el club por aquello del aprendizaje, la experiencia y la futura transfusión de ilusiones que, con él, podría ser mucho menos traumática de lo esperado. Un pequeño gran ídolo que se maneja con una soltura fuera de lo normal, postulándose como titular indiscutible del esquema 4-2-3-1 de Koeman. El nuevo dibujo propaga un ataque formado por cuatro futbolistas en continua circulación e intercambio de posiciones. Pura simbiosis. Este Barça puede volver a gozar de un fútbol de autoayuda, con flujo, permutas, movimiento, creación de nuevos espacios, etc.

Aunque el contexto llama a la prudencia, este debe ser precisamente el preámbulo que dé paso al anunciado levantamiento, la primera piedra de la revolución, ese escenario todavía conjetural que actúa en el culer como mito, como ese nuevo lugar al que llegar para librarse de sus vergüenzas.

Puede que el sello de Koeman esté condenado a ser efímero, pues debe convivir con la incertidumbre de un calendario institucional que prevé tanto una moción de censura como unas elecciones a la presidencia. Sin embargo, la amenaza del ‘cortoplacismo’ no parece temblar el pulso a un entrenador que difícilmente pueda enderezar el rumbo del club, pero sí ser capaz de inyectar orden, juventud e intensidad: elementos primarios del deporte que exigía el Barça, un equipo apiadado por su propia incompetencia y la infelicidad de su estrella.