¿Dos Pedris hacen un Messi?

Empieza a ser la sensación de este nuevo Barça de Koeman. Pero no, no por tener la mitad de años que el mejor futbolista de la Historia es la mitad de jugador que el diez argentino. Ni tampoco podemos pensar que hablamos de un jovenzuelo imberbe de esos más preocupados por la apariencia, en todas sus vertientes, que por la trascendencia de sus acciones.

Pedri, que de pequeño solo tiene el nombre, es un futbolista llamado a firmar noches de gloria en el Camp Nou. Entiende el fútbol como un veterano, compartiendo virtud con su otro contemporáneo en el equipo, Ansu: la lectura del juego. Del segundo ya hemos hablado varias veces en este espacio; sabe lo que tiene que hacer y cuándo lo tiene que hacer. Qué acción demanda el juego en cada instante; juego al pie, buscar el espacio, alejarse de la jugada, pisar línea de cal o interiorizar para dejar espacio a lateral. Cada jugada está ya prevista en su cabeza, mucho antes que los aficionados la veamos. Y sí, supura gol en cada acción en el área. Como se suele decir, se le cae de los bolsillos. Pero no es hoy nuestro protagonista, sino su amigo, el canario don Pedro González López.

El 16 culé empieza a enseñarnos  que no es un futbolista cualquiera, no ya por su edad y su pasado, cortos aparentemente ambos para la élite de este deporte. Sino de nuevo por su lectura del juego en una posición tan indefinida como de peso en el juego de un equipo; enlace entre el centro del campo y la delantera. Si por algo se está destacando negativamente este Barça de Koeman es por el poco peso que está teniendo el centro del campo en el juego de ataque de este equipo. Mal síntoma sobre todo cuando se juega regular, como el sábado en Getafe. En los peores momentos y ante equipos cerrados, el  centro del campo culé se limita a hacer llegar el balón en posiciones avanzadas a los laterales, para que estos sean los que generen superioridad del equipo en las inmediaciones del área rival. Fútbol moderno lo llaman ahora, donde el lateral debe cobrar protagonismo para generar superioridades y ganar eso tan caro hoy en día; espacio y tiempo.

Pero es un sí pero no. Porque lo que debería ser amplitud, se convierte en tapón al producirse estas llegadas, estas ocupaciones de espacio de forma lenta y premeditada, bastante predecible y poco sorpresivas para el rival. Por eso la otra pieza, esa que permite un enlace rápido por conducción o posición entre la medular y el balcón del área rival, debe activarse sí o sí lo antes posible. Antes Cou y ahora Pedri deben ser ese imán que atrae la bola desde el medio campo y lo suelta activando la tripleta ofensiva. Y en esa actividad es donde Pedri nos demuestra que no lleva dos meses en el Barça, sino toda una vida. Parece que ese puesto lo inventaron para él.

Pero nada más lejos de la realidad y lo iremos viendo según avance la temporada. El canario tiene una lectura perfecta del juego allí donde todo está indefinido y por construir. Jugando a la espalda de los mediocentros, siempre entre líneas. Siempre con la capacidad de darle continuidad a la jugada, recibiendo por delante del balón, precisamente donde el rival intenta trabar el juego. Ese es su don, la imaginación. El trazar líneas que solo estén en la cabeza del futbolista, forma parte de su fútbol en cada acción de ataque azulgrana. A todo esto debemos sumarle un factor más; debe mezclar bien, pues juega cerca del número uno, pero el diez ya no es el pastel en sí mismo, sino la guinda. Y el primero que entienda este cambio de rol, conseguirá seguir sacando partido de contar con el mejor. Esa mezcla entre humildad y descaro ya lo sabe, actuando en consecuencia… lo mejor de Pedri es precisamente eso, no lo que hemos visto ya, sino lo que se intuye que está a punto de llegar.