Las derrotas de hoy serán las victorias de mañana
El Barça de baloncesto de Saras Jasikevicius acumula ya tres derrotas que han levantado voces de protesta; la de la Copa Catalana ante Andorra, la de la Supercopa ante el Madrid y la del viernes pasado ante el Zenit en Euroliga, y empiezan a leerse y escucharse dudas sobre el proyecto.
Siendo quizá la menos relevante de las tres derrotas, la de Rusia pasa por ser especialmente dura, ya que es un equipo que el año pasado se ganó por muy amplios márgenes en ambos partidos de la fase regular, jugándose el segundo en el Palau poco antes de parar la competición. En esta ocasión se dieron ciertas circunstancias que enrarecieron la previa del duelo, como que el Barcelona no disponía de su entrenador ni pudo preparar el partido en condiciones por el positivo de este y de su segundo, o el tratamiento desigual que la competición europea está dando a los equipos que tienen positivos por COVID o que se sospecha que podrían tenerlos. Lejos de querer ver malas intenciones, parece que esto último se debe a que la propia Euroliga intenta aprender y adaptarse sobre la marcha, algo que puede ser comprensible por las constantemente cambiantes circunstancias, pero que no es aceptable en una competición de este nivel que debería tener estos detalles mucho más trabajados y que queda en evidencia si la comparamos con otros torneos.
Centrándonos, pues, en el equipo, la tendencia es ascendente. Los célebres y celebrados Zalgiris de Saras solían funcionar a todo tren a partir de enero, llegando en algún caso a ser últimos de la clasificación en Europa en otoño, y este Barcelona, si el lituano puede trabajar con normalidad, apunta a una trayectoria muy similar. Con destellos positivos desde muy al principio, las sensaciones mejoran a cada partido y el duelo ante el CSKA demostraba que la cosa va bien, pero va a haber derrotas, y circunstancias incontrolables, aunque el equipo va a acabar funcionando. Todos los culés teníamos los dientes largos con la idea sacarle dos partidos en Europa al Madrid y a un Efes que echa en falta horrores a Larkin, pero esto acaba de empezar y el equipo está trabajando bien, se pueden ver los nuevos sistemas, jugadas y metodologías de juego fácilmente y, salvo en ocasiones como San Petersburgo, el balón va a ir entrando cada vez más.
El entorno azulgrana, en todos los deportes, tiene cierta tendencia autodestructiva, pero si se analiza este Barcelona de baloncesto, el crecimiento va a llegar, y lo va a hacer por diversas vías; con la total adaptación de Higgins y Kuric al ritmo de sus compañeros, que va a dar mucha más riqueza ofensiva y defensiva, y más rango de tiro, algo que solo Abrines y Mirotic parecen ofrecer de manera más constante en estas primeras fases de temporada; con la asimilación de todos los sistemas por parte de todas las piezas y, por lo tanto, que los jugadores puedan ser más expresivos y sentirse mejor en la pista, y ello permitirá que, por ejemplo, el salvaje talento de Heurtel, jugador que también tiende a tardar a enchufarse en las temporadas, vuelva a aflorar; y el último sería, hipotéticamente, la llegada de un pívot que ofrezca solidez en la zona, algo que, eso sí, se echó en falta en el partido de San Petersburgo.
Sarunas Jasikevicius está haciendo exactamente el trabajo para el que se le contrató, pero el reto, por los rivales y las circunstancias, es mayúsculo, aunque la sensación que da el equipo es que irá a más, y que ahora mismo puede mejorar su nivel muchos, muchos, muchos escalones.