Los puntos sobre las íes

La temporada del Barça está dando mucho de sí. La irregularidad en el juego, la adaptación a la nueva propuesta de Jasikevicius, los problemas físicos de algunos jugadores, la no llegada del «5», el ostracismo de Heurtel, la aparición de Sergi Martínez y un largo etcétera son los temas de actualidad en el Barça. Entre ellos también el rendimiento que está ofreciendo Cory Higgins. Ya el año pasado con el paso de los meses se puso en duda y ahora se ha convertido en el foco principal de las críticas cuando las cosas no salen bien. ¿Son justas?

Si entendíamos a Cory Higgins como jugador franquicia (con permiso de Mirotic), eje vertebrador del equipo y hombre al que recurrir en los momentos calientes seguramente sí esté siendo una decepción. Como hombre estructural del equipo no está siendo sólido y sí irregular en la toma de decisiones, impreciso en las ejecuciones como creador, dudoso como líder porque no ha acabado de ser decisivo en los grandes partidos y nada fiable en el clutch. A partir de aquí surgen dos preguntas a las que habría que dar respuesta:

-¿Es este el jugador que vimos en CSKA?

-¿Es este el jugador que creía estar firmando el Barça o en el que creía que se podría convertir?

La respuesta a la primera cuestión es indiscutible: no. El Higgins de CSKA poco tiene que ver con el del Barça, al menos en cuanto a responsabilidades se refiere. Es verdad que su importancia en el equipo fue creciendo poco a poco hasta ser básico para Itoudis, pero jamás alcanzó el peso creativo que se le está exigiendo aquí. En Moscú siempre tuvo 2-3 referencias por delante que le dejaban en un plano mucho más secundario. Era lógico cuando por el roster de los rusos han pasado generadores de primerísimo nivel como Milos Teodosic, Nando De Colo o Sergio Rodríguez, es decir, algunos de los jugadores más creativos de la historia de la Euroliga y que son máquinas de generar ventajas. Incluso podíamos añadir a Kyle Hines y Will Clyburn como jugadores que alcanzaron el mismo peso generador que tenía Higgins.

Con el balón casi siempre en manos del «1» o el «2», de De Colo, del «Chacho» o de Milos el rol de Higgins en CSKA siempre fue más el de ejecutor que el de creador. Él era mortífero castigando las ventajas que sus compañeros generaban, pero no las creaba. Lo hacía en ocasiones, pero no de manera continuada y el plan rara vez giraba en torno a él. Gracias a la atención que centraban los grandes protagonistas él siempre se encontraba en situaciones ventajosas para sacar partido de sus virtudes.

De ahí su fiabilidad para atacar el aro rival en penetraciones al tener siempre amenazas mayores que él. De ahí sus grandes porcentajes de acierto, al recibir siempre en buenas posiciones de tiro y liberado. Y sobre todo el gran valor de Higgins en CSKA tenía que ver con sus virtudes como two way player, es decir, su enorme capacidad para ser sustancial en los dos lados de la pista, ya sea como escolta o como alero. Esto le hacía y le hace ser un jugador de un valor incalculable como actor de reparto, pero no necesariamente un gran protagonista. Ese valor añadido de talento y genio que no tiene es lo que se le está exigiendo y ahí se está quedando corto.

Seguramente para él mismo suponía un gran reto firmar por el Barça, dejar la comodidad de su rol en Moscú y asumir un papel preponderante en un proyecto de nueva creación y tan ambicioso como el actual, pero casi siempre parece que le viene grande. En el juego más anárquico que planteaba Pesic está claro que tuvo un peso exagerado y eso fue contraproducente, y sin duda se le señalaba a él como uno de los grandes beneficiados de la llegada de Jasikevicius y también de Calathes, pero en la práctica no se está traduciendo en un gran cambio.

Cierto es que el proyecto está en fase de construcción y que él se beneficiará de la mejora colectiva. Cierto es que estuvo parado prácticamente toda la pretemporada y sus condiciones físicas no pueden ser las mejores, teniendo que asumir además un peso demasiado grande en la rotación desde el principio por las lesiones de compañeros. Pero igual de cierto es que otra vez está teniendo el balón demasiado en sus manos y la situación es probable que no cambie.

Los momentos de mayor lucidez colectiva suelen llegar cuando Calathes está en pista, aunque siempre con su limitación en el lanzamiento exterior, por lo que con frecuencia necesita del auxilio de Higgins. Hanga hace las veces de segundo base y no soluciona en nada esta dependencia del equipo sobre Higgins sino todo lo contrario. Sin duda alguna Heurtel debería suponer un respiro para Higgins, pero a Jasikevicius parece no gustarle y significa prescindir del jugador exterior de más talento, alguien que seguro descargaría de las labores creativas al ex de CSKA.

Echando la vista no demasiado atrás es inevitable no acordarse de Chris Singleton, que también llegó con elevadísimas expectativas para pedirle cosas que no había hecho nunca. Si la temporada del ahora jugador de Efes se hubiera valorado de acuerdo a sus virtudes reales y no a las expectativas seguro que la sensación que dejó sería mejor. Se corre el peligro de que pase lo mismo con Higgins exigiéndole mucho más de lo que seguramente es capaz.

Lo normal y deseable es que haya un término medio entre el rol más secundario del que disfrutaba en CSKA y el de absoluto protagonista que tiene en el Palau. El equipo necesita de su juego con balón porque en plantilla hay un déficit generador evidente, pero no puede acaparar tanto el balón. Se le está pidiendo que sea Jordan cuando siempre ha estado mucho más cerca de Pippen.