Buscando al central corrector.

La semana pasada circulaba por Twitter un vídeo del primer enfrentamiento de Cristiano Ronaldo contra el Barça con la camiseta del Real Madrid, correspondiente a la temporada 2009/10. El vídeo expuesto para ensalzar la figura del astro luso, que realizó un magnífico partido a pesar de la derrota 1-0 frente a los blaugranas, me hizo, sin embargo, detenerme en Carles Puyol. Si la actuación del jugador portugués se quedó sin la gloria del gol fue, en gran parte, por la labor del central culé, que dio una exhibición de cortes justo antes del remate. Cuando la ventaja del Real Madrid ya estaba creada mediante el juego o alguna individualidad, antes de llegar a Valdés, los blancos se encontraban una y otra vez con el pie salvador del capitán culé.

No vamos a descubrir ahora la figura del gran excapitán blaugrana. Carles Puyol era el ídolo y la referencia de todos los chavales, especialmente del Barça, que a principios de siglo intentábamos ocupar la demarcación de central con poco éxito y muchas ganas. Después de su asentamiento como central en el primer equipo hasta 2013, el Barça siempre contó con una pareja de centrales complementaria. Una pareja que se rompió hace tres temporadas y que está pasando más factura de lo que parece. Carles Puyol ejercía como líder y central corrector, capaz de salir a banda con ímpetu o de lanzar la presión arriba sin miedo a su espalda. Un central contundente y salvador. Gerard Piqué lo complementaba a la perfección con un físico menos exuberante, ordenado y un bastión en los duelos aéreos y el encargado de asumir el peso de la salida de balón. Cuando los problemas físicos comenzaron a hacer mella en Carles, la figura de Javier Mascherano fue clave en ese rol de central de carácter, capaz de caer a banda al corte y de rectificar los espacios en una defensa que a menudo vive muy lejos de la seguridad del área. Desde la salida de Mascherano a finales del año 2017, el Barça perdió el perfil del central corrector, ausencia que hoy en día le sigue lastrando.

LA PAREJA PIQUÉ-LENGLET

Actualmente Koeman cuenta en plantilla con Gerard Piqué, Clément Lenglet y Ronald Araújo, pues los problemas físicos de Umtiti, le impiden a este ser una alternativa real para la posición, como, incluso, ya ha dejado entrever el técnico azulgrana en rueda de prensa. A esta situación, precaria de partida, hay que sumar la trágica lesión de Gerard en el Wanda que le tendrá apartado casi hasta final de temporada, deshaciendo de este modo la pareja titular de las dos últimas temporadas.

La pareja de partida de las últimas dos temporadas conformada por Lenglet y Piqué está penalizando al Barcelona de distintas maneras. La última muestra de ello fue el sábado en la visita al Atlético de Madrid. El central zurdo francés al igual que su homólogo catalán se trata de un central ordenado, con una notable salida de balón, además de poseer una buena capacidad aérea defensiva, pese a ciertas manías infantiles y una remarcable falta de contundencia. Sin embargo, al igual que Gerard, se trata de un central pesado, que prefiere convivir en el área y que sufre cuando tiene que salir a tapar a la banda, más si cabe cuando el lateral está ocupado por un hombre como Alba. Además, cada vez que el central catalán tiene que salir hacia los espacios exteriores, el equipo lo pierde en el centro del área, lugar en el que sí sigue siendo un talento superior.

Quique Setién detectó el problema a su llegada y sentó a Lenglet por un Umtiti que le permitía a priori adelantar la línea defensiva y anticipar con más solvencia que Clément, que sufre demasiado cuando tiene espacios a su espalda; pero el físico de Umtiti, no apto para la competición profesional, obligó al técnico cántabro a recular a la forma primitiva. Dos centrales altos, pesados, de buena salida, pero que en un conjunto como el Barça se ven demasiado expuestos para sus características y su complementariedad no parece la más adecuada. El problema de Lenglet más que de nivel, en mi opinión, es de idoneidad. Magnífico tercer central que compartiendo equipo con Piqué en 2020 no parece la combinación más apta. Cuestión de perfiles.

En un equipo propositivo que juega con demasiados espacios a la espalda de la zaga, la sinergia entre estos dos centrales no está siendo nada positiva, especialmente en la presente temporada. En los últimos años, el Barça ha intentado (sin éxito) el fichaje de un central que pueda crecer bajo el brazo de Piqué y sustituirle llegado el momento. Los nombres de De Ligt el verano pasado y Eric este año así lo parecen indicar. Por el contrario, las miras aún no parecen puestas en encontrar un defensa que lo acompañe y complete en sus últimos años. Con el fichaje de Eric García pospuesto hasta la próxima ventana de fichajes, el conjunto culé encontrará un sustituto diferente a Piqué, pero el rol que antaño ocupaban el jefecito o Puyol parece que va a seguir sin atajarse.

ALTERNATIVAS EN EL B A LA ESPERA DE ERIC GARCÍA

Es ante situaciones de necesidad cuando mirar al filial se convierte en la única respuesta. Con De Jong como alternativa, y un Mingueza que acaba de cuajar un prometedor y solvente debut en Champions, los centrales del B de García Pimienta, Arnau Comas y Ramos Mingo, deberán tener la oportunidad de sumar en dinámica del primer equipo. A priori, conjuntamente son dos centrales de buen encaje en función de lo que necesite el técnico neerlandés. Arnau Comas se trata de un central reflexivo y ordenado, mientras que Ramos Mingo es un central más físico. A estos dos, hay que sumar a un Ronald Araújo miembro ya de pleno de la primera plantilla. El central uruguayo destaca por su potencia física y pese a que se trata de un central alto, sí tiene la elasticidad y la capacidad de corregir espacios con su físico dominante. Araújo sin ser ese perfil de central corrector sí tiene aptitudes capaces de solventar carencias en la zaga culé, desde su intensidad y contundencia hasta su capacidad de corregir espacio. Se trata de un central moderno, capaz de solventar problemas más por físico y colocación que por intervenciones individuales.  Deberá, eso sí, mejorar su lectura e impulsividad con el paso de los partidos. Además, ha evolucionado con balón tanto en conducción como en pase.

Sobre el papel su encaje con Lenglet debe ser más apto que con Piqué al que obligaba a desplazarse hacia su perfil malo, el izquierdo. La baja de Gerard Piqué en este momento puede ser una ausencia de las que marcan temporadas, como lo fue en 2013. Hoy en día resulta muy difícil vislumbrar un escenario en el que el conjunto azulgrana recobre la solidez defensiva sin el defensa catalán.

Sin embargo, su baja representa una oportunidad. La oportunidad de ver una pareja de centrales complementaria en el Camp Nou tres años después. Si Ronald Aráujo pasa la prueba, igual habremos sumado el central que nos falta desde hace años.