El regreso del Barça a la actividad ha sido frenético y con una excelente victoria sobre un combativo Cisne, pero la prioridad debe ser recuperar entrenamientos para tener la maquinaria lo más afinada posible cuando llegue la primera de las, esperemos, dos Final Four de este año.

Para ultimar esa segunda preparación es interesante jugar partidos y que algunos sean de alto nivel, por ello sería una extraordinaria piedra toque jugar el partido aplazado contra el Veszprem poco después de este parón por selecciones. El cuadro húngaro, además, también estará presente en la Final a Cuatro, junto a PSG y Kiel.

El futuro de la sección

Con todo el ruido que rodea al club, conviene que la estructura de la sección de balonmano se cambie lo mínimo posible, o nada en absoluto, puesto que el proyecto es sólido y el equipo lleva dos años con una idea de juego nueva que está siendo entretenida para los aficionados y muy dañina, por lo general, para los rivales. Ese juego, aunque ya no tiene el impacto devastador que tuvo en los primeros meses que se aplicó, es uno de los grandes logros que se podrá anotar Xavi Pascual cuando deje el banquillo del Barça.

Pero especialmente sería interesante que los cuchillos sobrevolaran el Palau sin aterrizar en su parqué porque en los despachos se debe tratar, de manera urgente, ciertas renovaciones. Con Nielsen atado, la de Möller parece casi descartada salvo lesión grave del joven danés o de Gonzalo; la de Casper Mortensen, un auténtico jugadorazo, parece dudosa a día de hoy por su gravísima lesión hace un par de años, el COVID que tuvo hace semanas, la nueva lesión de menisco detectada ayer y los conflictos con su selección por la gestión de sus problemas de rodilla, todo ello ha hecho que el paso del extremo por Barcelona haya sido problemático y poco placentero, a pesar de dejar patente su descomunal nivel.

Pero es la tercera renovación la que debe ser un tema prioritario para Barrufet, Pascual y su equipo; se trata de Aron Palmarssön, un jugador que es de lo mejor a nivel mundial y que, aunque no acabó de ser el líder esperado en la posición de central, alternó momentos de brillantez dirigiendo, con mucha solidez en el lateral izquierdo y gran compenetración con Luka Cindric, Perder a un jugador de este calibre podría ser terrible. Aunque los efectos de la pandemia sobre la economía de la sección aún no se conocen en profundidad, se antoja importante un esfuerzo para renovar al islandés.

La baja ya comentada en estas líneas anteriormente es la del creativo Jure Dolenec, que no ha acabado de cuajar en el Barça, pero del que no se duda un ápice de su gran calidad. El contrato del esloveno expira en 2022, pero parece ser que puede saltar el próximo verano, y eso es por la llegada de Melvyn Richardson.

El simbolismo del fichaje de Richardson es como el aderezo que da un toque especial al plato. El francés traería a un equipo con mimbres para ser muy grande en los próximos años un ADN legendario, quizá otro aliciente para que este Barça pueda ser recordado. El hijo del que fuera, quizá, el mayor rival del Dream Team, y una especia de némesis de Masip en la posición de central, llegaría como estrella prometedora pero ya consolidada en Francia. Esperemos que su paso por la entidad sea más exitoso que el de Daniel Dujshebaev, que no pudo asentarse en el primer equipo tras pasar por la cantera.

Es curioso que, si llega Melvyn, el Barça en pocos años habrá tenido un Dujshebaev y un Richardson. Debe haber algo de ironía y de belleza literaria en el hecho que los hijos de los que fueron los más fieros rivales del mejor equipo de balonmano de siempre pertenecieran, años después, a las huestes del club. Enemigos de ayer y aliados de mañana, podríamos decir.