Te lo debemos, Carles.

Carles Aleñá (Mataró, 1998) afronta su tercera temporada como integrante de pleno derecho de la primera plantilla del Fútbol Club Barcelona. Queda lejos su primera convocatoria con Luis Enrique, allá por 2016. La vorágine demoledora que rodea al Barça en la actualidad y “el caso Riqui Puig” nos han hecho a todos, en mayor o menor medida, olvidar que el antaño muy prometedor canterano aún sigue en plantilla.

Decía Albert Morén @eumd que los pasos de Carles hacia el primer equipo habían sido, hasta entonces, medidos y perfectos. A pesar de entrar en convocatorias y debutar con los mayores antes, no pasa a tener ficha del primer equipo hasta que lidera una temporada completa al Barça B. La temporada 2017/18 con el B en 2º División se salda para el jugador con 38 partidos disputados y 11 goles, siendo indiscutiblemente el mejor jugador y el líder del equipo. A partir de ese momento, la etapa de Aleñá en el B estaba cerrada. Le esperaba el reto del primer equipo y es ahí donde los pasos del canterano- modelo se han frenado en seco. Una lesión impidió su posible aparición en el curso 2018/19, obligándole a bajar con el B hasta encontrar la forma. Este contratiempo fue asumido como un reto por el jugador de Mataró, y, a su regreso, se integró en dinámica del primer equipo con apariciones puntuales, alguna titularidad y sumando como recurso de plantilla en un Barça que ganó la liga demasiado pronto. Tras el desastre de Anfield y el fichaje de Frenkie de Jong, un nuevo centro del campo dinámico y fresco, formado por los a priori complementarios Arthur Melo, De Jong y Carles, parecía que podía tomar forma a corto plazo en clave culé. Después de una pretemporada ilusionante, el Txingurri Valverde colocó a Carles junto a De Jong y Sergi Roberto de titulares en la siempre complicada visita a San Mamés de la jornada 1, que tras una mala primera parte grupal acabó con Aleñá sustituido y apartado de las convocatorias hasta dar con sus huesos en el Betis, en forma de cesión. Cesión que se podría catalogar como un fracaso, en cuanto a minutos jugados y en cuanto a la propia evolución del jugador.

Tras su regreso a casa, llegado el segundo parón de selecciones de noviembre, Aleñá solo ha disputado los 10 minutos finales del encuentro ante el Dinamo de Kiev.

LLEGADA DE KOEMAN Y ENCAJE TÁCTICO

La llegada de Ronald Koeman supone un soplo de aire fresco al vestuario blaugrana. Más allá de los malos resultados o la inconsistencia táctica, se puede aseverar que al técnico holandés no le tiembla el pulso a la hora de apostar por jugadores sin importarle la edad o experiencia de estos, siempre que así lo crea conveniente. Pasados ya el conservadurismo de Valverde y la tremenda decepción que supuso el paso de Quique Setién por el Club, la llegada de Ronald parecía dibujar un panorama más favorecedor para el regreso de Aleñá a casa. El técnico de Zaandam no ha dudado en entregar a dos chicos de 17 años, como Pedri y Ansu, el ataque del equipo, acompañados nada más y nada menos que por Leo Messi. Sin embargo, la apuesta por el 4231 como punto de partida táctica ha dejado sin minutos y sin presencia tanto a Riqui como a Aleñá. Ciertamente, y dado lo expuesto, la ausencia de minutos para ambos jugadores, interiores de formación, responde más a una dificultad de encaje táctica por parte del holandés que a una falta de confianza en ellos. Hoy en día me cuesta ver a Aleñá en el doble pivote, más aún cuando un jugador de la talla de Pjanic todavía está entrando con cuentagotas. No me ocurre lo mismo con la mediapunta, espacio en el que un jugador con el movimiento y la verticalidad de Carles podría sumar; sin embargo, es el espacio más codiciado del equipo y actualmente la posición que viene ocupando Leo. Si para Koeman la formación táctica probada es invariable, los minutos tanto para él como para Riqui van a ser muy restringidos.

Por otra parte, ¿puede el Barça permitirse perder completamente a estos jugadores de la dinámica del equipo en un año tan cargado como el actual? El Barça viene adoleciendo de falta de recursos individuales en su zona de medios, principalmente ante rivales de entidad. El antaño mediocampo formado por Busquets, De Jong y Rakitic carecía de fútbol entre líneas y capacidad de filtrar pases verticales. Actualmente, a la espera de Pjanic, el de Badía y De Jong se reparten una medular en paralelo que solo es agitada cuando el pie del astro argentino interviene entre líneas. El control orientado más arrancada de Aleñá pueden terminar siendo muy útiles en el fútbol del equipo.

Con De Jong recibiendo fuera, el lateral fijando arriba y el extremo yendo hacia dentro, un jugador con llegada y desmarques por delante del balón como Aleñá podría nutrir al equipo de Koeman de ese jugador llegador, que alternara altura y amplitud, que pedía a su llegada. Sus minutos ante el Dinamo en la banda derecha pueden ser indicativos de dónde lo ubica el técnico holandés, pudiendo actuar de bisagra entre extremo, que abre hueco al lateral, e interior, que transita verticalmente en una zona hoy desocupada.

La lesión de Ansu y el físico siempre dudoso de Dembele pueden abrir una posibilidad para el jugador de Mataró; replicar el rol de Pedri desde la derecha; o sumar minutos cuando tenga que descansar el canario, creando un segundo mediapunta móvil que quite atenciones a Leo Messi.

En contextos de remontada Koeman ha terminado vaciando el mediocampo ante la ausencia de piezas, quién sabe si esas piezas no las termina encontrando muy cerquita en el banquillo.

Hoy día un Carles Aleñá de casi 23 años no ha sumado nunca dos titularidades seguidas con el Fútbol Club Barcelona, algo a todos luces insuficiente para medir su cabida o posible aportación al plantel, mientras que jugadores similares en edad, como Frenkie de Jong (1997), le llevan años de ventaja. El tiempo del canterano-modelo en el Camp Nou parece que se acaba y todos seguimos con la duda de si podría ser ese jugador aquí.

 ¿Nos despejará el héroe de Wembley la duda con Aleñá o terminará partiendo sin haber podido medirse en Can Barça?