Por @PapitoOscar

Muchas veces en la vida, por pura ceguera, clasismo, porque suena mejor o por mera estupidez, el ser humano va a buscar fuera lo que suele tener bien cerca. Ya sea por la necesidad de complicarse la vida que tenemos las personas, ya sea porque desde el punto de vista del puro marketing parece sonar mejor un «ruso» que un jugador criado en un pueblo de los alrededores. Tenemos esa tendencia natural de traernos la solución fuera de casa cuando, como dice la canción, la solución estaba tan cerca que nos cegaba la visión.

Quién no haya visto «Match Point» se la recomiendo encarecidamente y ahí verán como el hombre se complica la vida casi por puro deporte, cuando ya la tenía completamente solucionada… Pero no es el caso que nos ocupa, con Mingueza parece que el sentido común se ha hecho espacio y Ronald ha entendido que para eso está el B, para proporcionar jugadores al primer equipo en caso de que sea necesario, como es la situación actual con los centrales, sin la obligatoriedad de hacer raros fichajes foráneos.

Ya sea fruto de una mala planificación este verano, por las circunstancias especiales de la plantilla, con un Umtiti que antes de su lesión era un central  de clase mundial  y ahora mismo le costaría hacerse sitio en el equipo de mi barrio. Con la cesión de un Todibo que no tiene pinta de ser el central que sus valedores veían en él. Y sobre todo con la lesión de larga duración de uno de los mejores futbolistas que nunca pasaron por el Camp Nou; Don Gerard Piqué Bernabéu.

Sea por lo que fuere, se ha subido un defensa que ni siquiera parecía ser buen jugador para el B y sin embargo  está dando un resultado óptimo en la primera plantilla del Barcelona. Lo que en otro momento de la historia de un club eminentemente canterano, la masía y tal y tal, hubiera sido la norma, hoy es lo extraordinario. Y es que deberíamos pensar justamente eso; los jugadores del B que suben de la cantera, no están hechos para jugar en ese equipo y mucho menos en esa categoría, Segunda B. Más orientada hacia otro tipo jugador, menos «verde» si queremos, pero sobre todo más traqueteado en ese tipo de fútbol mucho más físico que técnico.

Estamos acostumbrados a ver como, cuando en el mercado de invierno nos hace falta un delantero, aparece un Kevin Prince Boateng de la vida en vez de subir a un tal Abel del segundo equipo. O la otra vertiente es fichar un lateral con «futuro» más o menos contrastado, como podría ser un Douglas Pereira o más recientemente Junior Firpo, en vez de recuperar a, por poner un ejemplo, Cucurella o Grimaldo. Entiéndaseme bien, los nombres son solo ejemplos.

Esto también debería formar parte de la idiosincrasia de este club.  De nada vale que se nos llene la boca de «cantera y masía» y a la hora de la verdad sigamos tirando, y mal de talonario. No es un tema de ahorrar unos euros, que también, sino de conseguir que la famosa identificación del aficionado con el club deje de ser una frase puramente marketiniana para volver a ser una de las misiones que identifican al Fútbol Club Barcelona. Esperemos que el ejemplo de Oscar Mingueza no se quede solo en la anécdota y sea la vuelta a los orígenes de este club; cantera más los mejores jugadores del planeta, sin más.