ARAUJO, SOÑANDO DESPIERTO

Por @PapitoOscar

Todos de niño hemos soñado  alguna vez con ser futbolista. A la mayoría no se nos cumple, pero siempre hay unos elegidos que hacen su sueño realidad y para no despertar, continúan siendo ese crío que juega detrás del patio de casa, con sus amigos de la infancia, donde todo vale y no hay líneas pintadas, ni siquiera porterías y lo único que se parece a las reglas del árbitro es mamá llamando para la cena.

Ronald Araujo sigue siendo ese chaval que juega con los pibes en su Rivera natal, una pequeña  localidad fronteriza entre Uruguay y Brasil, pero ahora en escenarios enormes, con camisetas oficiales y rivales o compañeros que son estrellas mundiales. Por lo demás todo sigue igual, se trata de pasarlo bien y de impedir que el contrario disfrute como tú y en eso el uruguayo es todo un especialista.

Por fin un defensa que defiende dicen los culés puristas. Eso es básicamente Ronald, que no es poco en un equipo diseñado desde la base para disfrutar con el balón y convertir en circunstancial cuando el poseedor del mismo viste la otra camiseta. Un ejercicio de hipocresía cuando uno de los defensas más aclamados por el imaginario culé ha sido, es y será Carles Puyol.

Partimos de la base que es un jugador muy joven, recién llegado a la élite y cuyo puesto de central requiere una madurez quizá incluso mayor a la de cualquier otro. Hasta conseguir manejar los mecanismos que te hacen entender este deporte como en ninguna otra posición, con todo el juego desarrollándose delante tuyo.

Excelente en el campo abierto, algo muy útil en el día a día actual del fútbol culé, dado que la primera línea de defensa de contención que debiera ser el centro del campo, dimite de esas funciones dejando a los centrales la labor de recibir de cara las oleadas de ataque enemigas. Fuerte al choque, ya contaba su entrenador en Rentistas, Sergio Cabrera, que estaba acostumbrado con apenas diecisiete años en la Segunda División uruguaya, a jugar con rivales contundentes y experimentados, con lo que poco a poco fue retrasando su posición. Empezó de delantero, lo que hace entender su capacidad de remate a balón parado, para acabar jugando como mediocentro y dar su paso a un primera como el Bostón River, un año antes de aterrizar en el Camp Nou, ya como central.

Su capacidad para ir limpio al corte, cero tarjetas en esta Liga, así como ganar sistemáticamente sus duelos aéreos, donde su metro noventa y uno y su corpulencia ayudan, son su carta de presentación. Poco a poco va mejorando su desplazamiento en largo y conducción con balón dividiendo al rival, algo que está trabajando y añadiendo a su repertorio. De hecho ya hemos sido testigos de su capacidad  de poner balones a la espalda de la defensa rival con ventaja para el compañero. Bien es cierto que de momento solo domina el perfil diestro de la defensa y a veces debe mejorar su toma de decisiones sobre cuando recular y cuando encimar  mejor al delantero rival. Detalles que irá puliendo con el tiempo.

La gran ventaja de este central, lo que hace pensar que errores puntuales como el cometido frente al Eibar que costó el empate, son inversiones cara al futuro que permitirán crecer como jugador, es su carácter. Un ganador nato, todo un líder. Solo una anécdota; cuando el año pasado a varios de los jugadores subidos al primer equipo, se les pide bajar con el filial en el playoff, aun a costa de riesgo de lesión lo que no les permitiría jugar los octavos de Champions, Araujo da un paso al frente y decide hacerlo. Hablamos de un líder de grupo no solo capaz de lanzar un grito cuando toca, sino de demostrar con hechos su personalidad. No es casualidad que vista uno de los dorsales históricos de este club; el cuatro que también luciera su actual entrenador, sin ir más lejos.

Soldado de Dios, lleva siempre una máxima que le ayuda en su periplo en la élite; lo que le cuenta a Dios en la intimidad, El se lo está devolviendo en olor de multitudes. Ese sueño, esa ilusión de la que hablábamos al principio será el motor que alimenta su concentración y el valorar que este momento es especial, corto y único. Solo un necio se permitiría despertarse de su sueño convirtiéndolo en pesadilla…