Como solía decir mi abuela; en esta vida más vale caer en gracia que ser gracioso. Ejemplos en el fútbol actual hay muchos y además le tenemos que añadir un factor contemporáneo, en el que todos los que estáis leyendo el texto disfrutáis y sufrís cada día; las RRSS.

Muchas veces, dependiendo del ecosistema al que perteneces, la opinión sobre un futbolista puede variar de la noche al día. No es lo mismo lo que se piensa de Piqué, sin ir más lejos, en RRSS participando en la plataforma Twitch con Ibai o con DJ Mario, que el Gerard al que ahora se le pretende juzgar y sancionar en el mundo offline por sus conversaciones informales en dichos medios digitales.

Esto viene a colación porque de cómo se manejen estos medios puede variar y en cierto modo manipular las opiniones y sobre todo la imagen que se pueda tener sobre un determinado jugador, al fin y al cabo una persona, más expuesta que nunca a la opinión pública.

Centrándonos en el universo Barça, no me cabe duda que no se mide de la misma manera a todo el mundo, no se evalúa el rendimiento en valor absoluto y al final somos esclavos de nuestro pasado; no son iguales las exigencias y mucho menos las expectativas de un canterano o de un jugador venido de fuera. Para bien o para mal se espera que cada uno de ellos juegue un papel diferente y por lo tanto su nivel de exigencia variará en consecuencia.

Vayamos con otro ejemplo: Frenkie de Jong. Es una situación difícil de evaluar porque con el holandés entran en juego otros parámetros que con otro tipo de jugador foráneo no ocurre; su nacionalidad holandesa le otorga en principio cierta ventaja, se le considera casi de la casa, y sin embargo actúa de manera contraproducente dado que aumenta las exigencias, acortando los plazos para tan altas expectativas.

Con Ter Stegen nos encontramos con un caso similar, pero con ciertas particularidades. La primera su puesto en campo. El hecho de ser el cancerbero del equipo le otorga un nivel de exigencia aun mayor, además de muchas papeletas para convertirse en el chivo expiatorio de casi cualquier partido donde se encajen varios goles. Como si el no ponerse la capa de superhéroe en cada partido indicara que no es lo suficientemente especial para este puesto. La sombra alargada de Víctor Valdés, para más inri canterano, tampoco le ayuda nada.

Nos queda la otra cara de la moneda, personificada esta temporada en Riqui Puig. Canterano, elegante, aseado en el trato con el balón. Líder de los equipos de categorías inferiores en los que ha estado y sin embargo no le entraba por el ojo al actual entrenador, que además tenía fama de jugársela con los jóvenes. ¿Qué pasaba? Solo ellos lo saben, pero valiente un entrenador que no hace jugar a los futbolistas por decreto, ni por presiones externas. Para bien y para mal.

Fuera de categoría están los jugadores capaces de saltarse reglas de procedencia, edad, físico y status. Sí, ya habréis adivinado que hablamos de Pedri. El talento siempre se acaba imponiendo y estará por encima de modas, opiniones, dudas y demás mezquindades…