El Barça necesita al peor Dembélé

Esto es un descalzaperros sin orden ni concierto a la espera de que llegue alguien que actúe como presidente con toda la legitimidad y haya alguien al que exigirle responsabilidades de cara al futuro. Hoy, a finales de febrero de 2021, estamos en un equipo lejos de todos los títulos, incapaz siquiera de competir ante la élite europea y con sólo una mínima base que hace albergar esperanzas. A todo esto, Dembélé, que parecía absolutamente fuera de toda dinámica competitiva a comienzos de temporada, se ha consolidado como indiscutible en su rol de extremo derecho. Ahora, sin lesiones, ya es titular en un rol muy concreto, ordenado y al servicio del equipo.

Y la realidad, el fútbol y los resultados muestran que la mejor versión colectiva de Dembélé no está traduciéndose en mejores resultados. Ousmane trabaja en defensa, mantiene su posición, agarra balón y muestra opciones claras de regatear al rival y llegar a línea de fondo para centrar al área o asociarse con Messi o Pedri y ni sus cifras han sido las mejores en asistencias o goles y el colectivo, aunque juegue mejor a fútbol que lo perpetrado por Valverde o Setién, no ha visto esta mejoría en un futbolista más determinante.

A nivel de sensaciones quién escribe estas letras vio al Ousmane de Dortmund, al lesionado crónico del Barça y al futbolista irregular de estos años. Era mucho peor a nivel colectivo, una pieza tendente a la pérdida en zonas peligrosas y dejar vendida una transición defensiva de papel. Ni ese equipo tenía capacidad para defender contraataques contrarios ni adaptarse a un ritmo vertiginoso más propicio para las condiciones del francés. Dembélé siempre fue de correr, de acelerar y hacerlo todo a mil por hora y parar en seco en un lance del juego para superar rival.

Hoy ese jugador existe en mucha menor medida, el de hace dos temporadas era impreciso, jugaba mal a nivel colectivo y lastrado por los problemas físicos llegó hace dos temporadas a sumar 11 goles y seis asistencias. Hoy, a falta de poco más de un tercio para terminar el curso lleva la mitad y con poca efectividad en los últimos encuentros. ¿De verdad este cambio ha supuesto un mejor Dembélé? ¿O ha sido un sacrificio del futbolista por y para el equipo aunque suponga menor impacto a nivel goleador en busca de un beneficio mayor colectivo? La realidad, aunque duela, que tantas alforjas no han derivado en un mejor rendimiento ni en una mejor transición defensiva a pesar de su mayor capacidad de esfuerzos atrás. Ni fue el culpable, ni era el peor futbolista que parió pilates ni su sacrificio ha derivado en mejores resultados.