Borrar todo lo malo
¿Cómo identificaríamos el mal si olvidáramos el concepto subyacente? El mundo se levanta un día, por ejemplo, y nadie sabe lo que es la esclavitud. El concepto se ha perdido, y nadie recuerda qué significa ni las implicaciones que ha tenido cuando se ha manifestado a lo largo de la historia. En ese escenario, ¿qué pasaría cuando alguien repescara del mundo de las ideas la esclavitud? Porque pasaría. Es un concepto inherente al ser humano, nadie nos lo enseñó en primera instancia y nadie volvería a hacerlo. Acabaría floreciendo de nuevo en algún lugar, brotaría y no tendríamos conciencia de sus implicaciones porque las habríamos olvidado. No sabríamos que está mal hasta que lo volviéramos a aprender, y nos costó unos miles de años concienciarnos sobre ello.
Es una de las tendencias actuales en la cultura; borrar todo aquello que hemos aprendido a lo largo de nuestra historia. Una limpieza ficticia de impurezas en búsqueda de una utópica perfección, inalcanzable para el ser humano. Lo hemos visto en los últimos años con Netflix y el tabaco, Disney y la censura, JK Rowling y la esclavitud de los elfos domésticos… toda una serie de medidas, críticas y corrientes que buscan, en última instancia, borrar todo lo malo. No enseñar, no prevenir, no curar. Borrar. Olvidar.
Este mecanismo está muy presente en muchos ámbitos de nuestro día a día, tanto por parte propia como ajena. Y el Barça y su entorno no son una excepción. Existe una tendencia, no novedosa, pero persistente, de librar al club de todos los males que se dan en él. Esto no se manifiesta de forma evidente en tiempos de riqueza, dado que los propios logros se acabarán imponiendo a los fracasos por mayoría, pero sí lo hace en tiempos de escasez. Y ahora mismo en el Barça hay poco a lo que agarrarse.
El caso del BarçaGate, que de momento se ha saldado con la detención del último presidente blaugrana, entre otros, ha sacado a relucir el mecanismo de borrado en el entorno. “Esto no es el Barça”, es la premisa sobre la cual se trabaja ahora para desvincular cualquier acción delictiva del nombre del club. No es el BarçaGate, es el BartoGate, porque el Barça no es eso, y no es eso porque eso es malo, y en este club no existe la maldad, sino que solo caracteriza lo bueno. El resto es ajeno, aunque se dé bajo el paraguas de la entidad.
En un tiempo en el que discrepar no está muy bien visto, permitidme que lo haga. El Barça es una entidad jurídica y, como tal, no es ni bueno ni malo ni ningún adjetivo que queramos usar para personificar algo que no es humano. Es lo que los socios, trabajadores, dirigentes, etc. de turno quieran que sea. Igual que el campeón de la Champions en 2015 fue el FC Barcelona (y no los jugadores y el staff), el condenado por fraude fiscal también es el FC Barcelona. Ambas cosas (y el BarçaGate, la sanción FIFA, …) se han hecho bajo el sostén de una entidad que no tiene los mecanismos suficientes para que esto no pase. E igual que se reparten primas y premios cuando se gana, Bartomeu y Rosell deberían pagar por lo que hicieron mal en nombre del club, algo que ya han esquivado varias veces y veremos si lo logran una más.
Pero el FC Barcelona también es culpable. Y debemos recordar que lo es y que lo ha sido. Porque la posibilidad de que vuelva a pasar no se desvanece con la victoria de Font o Laporta. Mientras la estructura del club permita que existan irregularidades, el Barça será culpable de todo lo que hagan sus dirigentes, trabajadores y socios. Porque sus estatutos lo permiten. Porque sus métodos de control no son suficientes. Porque si la voluntad de unos pocos de delinquir se sobrepone a una estructura jurídica, es que no es suficientemente robusta y, por lo tanto, es mejorable. Y tiene que ser mejorada. Pero para ello se debe saber y recordar, siempre, qué se ha hecho mal.
Si el presidente que elijan los socios en las próximas elecciones quiere que el Barça sea responsable solo de lo bueno a partir de entonces, deberá revisar todo lo que se ha hecho mal y el por qué y construir una entidad impermeable a voluntades delictivas. Y será imposible, porque en el mundo real la perfección de lo humano no existe. Pero si aprendemos lo que se hizo mal en el pasado, lo recordamos y lo contamos, y lo hacemos bien, será mucho más fácil identificar aquellos personajes que pretendan usar al FC Barcelona como hogar para hacer el mal. Pero si lo borramos, volverán a brotar y tendremos que volver a someternos a un aprendizaje que, en este caso, todavía no ha llegado a globalizarse.