La promesa de un ‘revival’; ¿el fin del nuñismo?
Ni Xavi, ni Jordi Cruyff, ni Haaland. Joan Laporta (30.184 votos) no ha necesitado más nombres que el suyo propio para rebasar a su principal competidor, Víctor Font (16. 679 votos), de quien dijo que su proyecto regenerador era un simple puñado de powerpoints. Desacertado, el ya presidente azulgrana parecía menospreciar a alguien muy parecido a él mismo en 2003; el aspirante joven, rompedor. De hecho, hay quien presagia unas futuras elecciones con Font tomando el relevo de Laporta. Fantasías aparte, lo que parecía previsible era que, a pesar de coincidir en la burbuja cruyffista, ambos terminarían chocando en algún punto de la carrera por la presidencia.
La contienda se sirvió en el escenario de los nombres, allí donde Font estuvo especialmente errático. Se apropió de las figuras de Xavi Hernández, Jordi Cruyff y Albert Benaiges, quienes no le siguieron la pista, por lo menos en público, seguramente desde que Laporta anunció su candidatura, momento clave del pulso electoral. Algo parecido ocurrió con unas declaraciones con vistas al futuro de Gerard Piqué que se enmarcaron forzosamente dentro del programa de Font, Sí al futur. Demasiados errores para frenar a todo un Laporta resurgente. El empresario de Granollers contaba con el plan más sólido para reflotar al Barça, aquel que venía construyéndose desde 2015, pero la promesa de un revival se entrometió en su camino.
La gran mayoría de los socios barcelonistas no pudieron resistirse a la idea fundamental que predicaba la romántica candidatura de Joan Laporta: volver al pasado. Destapada la lacra del bartorosellismo, bastaba con proyectar cuatro o cinco flashes de aquellos maravillosos años -París, Roma, Guardiola, el sextete, etc- para convencer a los culers de que sí, de que ho tornarem a fer. Con esto y con la experiencia de un mandato transformador, el de 2003-2010, se ha construido una campaña personalista, con un proyecto en formato borrador, pero resolutiva, al fin y al cabo.
Laporta decidió presentarse a la presidencia del club con aparente improvisación. Primero, optando por un lema sentimentalista: Estimem el Barça, al que luego añadió una buena dosis de nostalgia, una pancarta gigante junto al Bernabéu, y, finalmente, algunos nombres propios que formarían parte de su organigrama, además de Rafael Yuste y Elena Fort, piezas clave de su estructura nuclear. A la espera de Jordi Cruyff, los últimos en hacerse públicos han sido Mateu Alemany y Ferran Reverter, quienes asumirán los cargos de director deportivo y ejecutivo respectivamente. Con esto, y con la garantía de convencer a Leo Messi, Laporta ha sido capaz de persuadir a un socio engañado por su anterior presidente, decepcionado por la regresión deportiva y ansioso por volver a ilusionarse. ‘Font no pinta mal, pero es un melón por abrir. Laporta es un tiro fijo’, pensarían muchos.
Tras consumarse la victoria, el presidente electo dio un primer discurso en el que no quiso olvidarse de dos nombres. En primer lugar, el de Johan Cruyff, de quien dijo que inspira todas sus decisiones, y en segundo lugar el de Leo Messi, a quien situó como principal abanderado del carácter democrático del club, además de mostrarse convencido de su continuidad al frente del equipo dirigido por Ronald Koeman, técnico respaldado por el nuevo presidente. Casi que añadiría un tercer nombre: el de John Kennedy. Aunque no lo mencionó, sí lo parafraseó: “pediría a todos los culés que no sólo penséis en lo que puede hacer el Barça por vosotros, sino también en lo que vosotros podéis hacer por el Barça”. Bonitas palabras para el aficionado, que comienza a recolectar motivos para la esperanza, desde la promesa de Laporta hasta Ilaix Moriba, la última sensación de la Masia.
El 84,27% de los votantes, si sumamos los de Laporta y Font, se han decantado por un cambio, ya sea desde la perspectiva futurista como la restauradora. Los votos de Toni Freixa (4.729), candidatura continuista -por mucho que lo negara- de la bona feina de Bartomeu, quedan prácticamente como testimoniales. Como si se tratara de un antiguo dictador, hay quien da por muerto, por fin, al nuñismo. Tras el reajuste ideológico, eso sí, los tres candidatos se fundieron en un abrazo celebrado por todos. Porque si el Barça es més que un club, lo es también por su pluralismo.