Otro título tan ignorado como obligatorio
El Barça de balonmano se llevó otra Copa del Rey, la octava consecutiva, racha de un mérito incuestionable a pesar de la superioridad económica y balonmanística de los azulgranas. Han logrado evitar atisbos de sorpresa durante muchos años.
Y es que con los títulos nacionales, quizá algo menos con La liga ASOBAL, sucede que se dan por hechos y a menudo hasta se ignoran… Porque se ganan, como se espera. Sería una hecatombe si esos títulos se perdieran, cosa que pudo pasar este año, especialmente en ‘semis’ ante el Granollers, que apretó las tuercas al Barça durante un rato. Es uno de los precios a pagar por la enorme superioridad que se le intuye al Barça y por la obsesión con la Champions League que rodea cada año al equipo, desde dentro y desde fuera del club.
El Barça tiene un mes de partidos en Liga ASOBAL, en la que ha ganado los 21 partidos disputados y lleva 9 puntos al segundo, el Bidasoa, para intentar dejar el título lo más encarado posible. El 30 de marzo llega el cruce de octavos de Champions League ante el Elverum noruego, con la vuelta el 7 de abril. Un cruce en principio asequible, pero que el Barça no debía disputar, tras hacer un pleno histórico en la fase de grupos, y que lo hará por una reciente cacicada de la EHF a principios de febrero.
Paralelamente, se espera que la llegada de Laporta no altere el funcionamiento de la sección, que sigue trabajando a destajo para confeccionar la plantilla del año que viene. Se valora que el joven portero Nielsen no venga hasta 2022, cuando acabe contrato, si no se puede comprar su libertad, lo que llevaría a traer a algún parche el año que viene. Por perfil, debería ser un ilustre veterano, que ayude al momento y no tenga vistos de alargarse demasiado. Encajaba el alemán Jonas Bitter, de 38 años y 2,04 metros, pero ha firmado por el Hamburgo, que le ofrecía 4 años de contrato y donde es el fichaje más caro de su historia.
Las salidas de Sorhaindo y Serdio también dejan un boquete en el pivote que el Barça busca llenar con el potente internacional portugués, pero cubano de nacimiento, del Oporto Iturriza, un hercúleo jugador de 30 años que puede operar en ambos lados de la cancha pero que ‘sólo’ mide 1,94m. Iturriza llamó la atención internacionalmente en el pasado mundial y parece que Barrufet ha sido más rápido que sus rivales de Champions League. Además, Melvyn Richardson lleva tiempo cerrado.