Muchas veces en nuestra vida ponemos más hincapié en las respuestas, como si estas nos fueran a devolver la ilusión por vivir, que en las propias cuestiones. Y no nos olvidemos, no hay contestaciones incorrectas, solo preguntas mal hechas.

En estas líneas no se pretende dar respuesta a nuestras dudas, ahora que afrontamos el tramo final de  la temporada, jugándonos un título, seguro, y pudiendo disputar otro, más complicado. Y sin embargo las recientes elecciones nos hacen pensar más en la próxima temporada que en esta que concluye.

¿Debe el Barça pensar en continuar el año que viene con Koeman? ¿En darle la oportunidad de rematar su labor o, mejor dicho, como premio, dejarle trabajar un segundo año después de este primero de «limpieza? Y si es así; ¿debe traer lo que quiere el entrenador o pensar que el Barça es un club con dirección deportiva y debe ser esta la que defina la plantilla del próximo curso? Pero entonces, ¿Cuánto de importante deben ser los deseos de un entrenador sobre la planificación deportiva de una institución como el Barcelona?

¿Es realmente Koeman un entrenador preocupado por la cantera, como así atestiguan los Araujo, Ilaix, Mingueza, o por el contrario no le da el suficiente peso a la misma, siendo Aleñá y Riqui Puig prueba de ello?

¿Busca que sea la juventud la que reactive el fútbol del equipo, con los Dest, Pedri, Ansu o el propio Araujo o sin embargo debemos seguir bailando al ritmo pausado que marcan los veteranos Piqué, Busquets y hasta el propio Leo?

¿Merece la pena apostar por Alaba, que te cubre la posición de central y lateral izquierdo, amén de ser uno de los mejores en su puesto o el hecho de pagar un salario alto a un jugador de veintiocho años nos deslegitima frente al resto de la plantilla, canteranos incluidos?

¿Haaland, Mbappe o ninguno de  los dos? ¿El sexo salvaje que te propone el vikingo rubio o los cimientos del mejor talento joven de Europa para construir algo estable?

¿Debería salir Griezmann de la ecuación después de haber demostrado que es un tremendo futbolista pero que quizá no tiene la mochila tan llena de goles como nos enseñaba en el Calderón?

¿Es ese «extraño elemento» de Dembélé necesario para el futuro del proyecto o ha llegado el momento de normalizar el mismo y no renovar al astro francés?

Pero la pregunta de preguntas, la que nos hacemos todos los culés al irnos a dormir es si debería seguir el mejor jugador de la historia con nosotros el año que viene, o ha llegado el momento de llorar, decirle adiós y crecer en otra dirección como equipo y, por qué no decirlo, como personas.

Repito; ninguna respuesta es buena per se, lo importante es hacerse  las preguntas correctas…