Sabíamos que se iba a liar, y se lió.

Era muy previsible. La llegada de Laporta, y, especialmente, la de Masip, se iba a llevar por delante varias cabezas. Había la esperanza que los cuchillos no se pasearan por el eficientemente gestionado balonmano azulgrana, pero en unas semanas de los cuchillos largos, la sección se quedó sin entrenador ni director, siendo esta última la destitución más sensible, y de largo.

Antonio Carlos Ortega, ese astuto jugador del ‘Dream Team’ y ahora entrenador del Hannover, subsituirá a Xavi Pascual. Ese cambio, por sí sólo, puede no estar mal tirado, aunque, si cae la Champions League en junio, ya hubiera sido muy difícil de vender. Pero, lo de Barrufet, es para tirarse los pelos. Probablemente tendrá muchas ofertas de trabajo y puede que no suponga un grave problema más pronto que tarde. Y eso que Xavi O’Callaghan, su substituto y ex compañero de equipo, como Masip y Ortega, siempre me pareció inteligente dentro y fuera de la pista.

En los últimos días, se ha especulado con la posibilidad de reubicar a Barrufet dentro del club y de la sección. Sería una recogida de cable de manual, pero, como dicen, rectificar es de sabios. En cualquier caso, suavizar la transición del equipo y seguir trabajando en reforzar la plantilla moviéndose en el mercado con celeridad es imperativo, máxime cuando el año que viene aún quedan huecos importantes por tapar.

Entre esos agujeros, al menos, ya no está el del portero substituo de Möller, que será el argentino del Cuenca Leo Maciel, ni el de Jure Dolenec, recién fichado por Limoges francés, que será ocupado por Melvyn Richardson, fichado hace ya muchos meses. Sí pueden ser problemáticas las bajas de Casper Mortensen y Aron Palmarssön.

No faltarán noticias del equipo en estas tres semanas que faltan para la Final Four de Colonia, aunque es de esperar que el Barça tenga un poco más de tranquilidad para preparar la crucial cita, sin terremotos, no como cuando se disputaron los cuartos de final de la competición europea.