Pensar en el futuro para no pensar en el ahora

Antes de empezar he de reconocer que este artículo es en realidad una terapia propia para poder superar el hecho de que Leo Messi no continuará jugando en el FC Barcelona, con el objetivo de encontrar algo con lo que ilusionarse buscando pensar en el futuro para para no pensar en el ahora.

“Lo siento mucho por Messi y por el Barça, pero a veces en la vida hay ciclos que hay que cerrar. Messi seguirá siendo Messi y el Barça seguirá siendo el Barça, pero un poco menos especial” Dani Alves.

Cada vez es más difícil sentir identificación con un club. Los jugadores vienen y van, los clubes realizan actos que muchas veces son moralmente cuestionables, dan volantazos constantes y cambian a sus plantillas casi enteras en espacios muy cortos de tiempo. Sin embargo, el FC Barcelona alcanzó su zénit como organización respetada, laureada y envidiada en la temporada 2010/2011. Se trataba de un club cuyas figuras habían sido formadas en su cantera, con la identificación que ello conlleva, que había logrado un éxito y una superioridad casi sin parangón y su manera de jugar era elogiada unánimemente. Además, los integrantes de la plantilla que no eran de la cantera, tenían una fuerte vinculación con el club (Mascherano, Abidal, Dani Alves, Keita…) e incluso su patrocinador era una organización benéfica. Hay que decirlo, ser del Barça y apoyarlo era muy fácil.

Pero a lo largo de la siguiente década el club fue perdiendo poco a poco a todas sus figuras, deformando su manera de jugar hasta límites insospechados y manchando de tal manera su imagen hasta el punto de que sus contínuos problemas con la justicia se convirtieron en un hazmerreír. Pero siempre nos quedó Messi, en las tardes de domingo en las que el Barça salía con Arturo Vidal y Rakitic de interiores siempre teníamos la esperanza de que la actuación de Leo justificase todo. Teníamos al mejor y la complicidad e identificación Messi-Barcelona seguía haciendo que ser del Barça fuera “el millor que hi ha”.

Pero Messi ya no está y uno se pregunta cómo poder ilusionarse de nuevo después de esto, qué puede hacer el FC Barcelona para que sus aficionados consigan sentir una identificación tal con la entidad que haga tener la necesidad a sus aficionados de seguir sus partidos y desear que ganen. Para ello me parece muy acertado fijarse en la sección de fútbol femenino del club, que han conseguido multiplicar sus adeptos estas últimas temporadas (entre los cuáles me incluyo) hasta el punto de lograr emocionarnos a todos al conseguir al fin su ansiada Champions League.

  • Conformar una nueva columna vertebral: Lo primero que hay que tener claro es que nadie podrá sustituir a Leo. Nadie puede soportar ese peso y tiene que estar compartido por varios jugadores. Al igual que sucedió en el femenino, el club tiene la oportunidad de conformar una columna vertebral con jugadores jóvenes, con hambre de victoria y con condiciones muy prometedoras. Los Araújo, De Jong, Pedri o Ansu Fati, junto a aquellos que consigan unirse a este grupo por despuntar próximamente deben ser la nueva imagen de un club que tendrá que ser más coral.

 

  • Volver a utilizar de verdad a La Masía: En los ultimos años la presencia de canteranos ha ido disminuyendo a marchas forzadas. Con el club en problemas económicos, quizás es el momento de volver a confiar en la cantera. Si bien es poco realista pedir que salga un grupo de jugadores del nivel de la generación dorada, sí que está capacitada para conformar la base de la plantilla como precisamente pasa en el femenino, dejando las grandes inversiones para figuras puntuales que puedan marcar la diferencia (como Caroline Hansen).

 

  • Un modelo de juego reconocible: En los últimos años, con la excusa de la presencia de un Leo Messi cada vez más anárquico, el modelo de juego del Barcelona se ha vuelto cada vez menos reconocible. Y aunque a nivel colectivo pasaba factura, la determinación del 10 lo justificaba todo. Ahora, sin Leo, ha llegado el momento de volver a poner al colectivo por encima de lo individual, imitando una vez más al femenino. Es la oportunidad perfecta para volver a jugar con extremos dando amplitud y profundidad, centrocampistas cuya capacidad técnica les permita avanzar sin perder el balón, con laterales que llegan y no están, con una presión organizada y sacrificada por parte de todos. Es decir, un equipo coral.

Porque no hay que olvidar que esto va de sentimientos, no de títulos. Y la mayor victoria que puede conseguir un club es que sus aficionados se sientan identificados y orgullosos.