Por qué tienes que pasarte al Fútbol (Club Barcelona) Femenino

El fútbol es un deporte que levanta pasiones, une familias y amistades, mueve billones de euros y llena titulares de periódicos y telediarios… pero sólo si lo juegan hombres. En 2021, a pesar del auge del fútbol femenino y del triplete del Barça, para los medios y para muchos aficionados, el único fútbol que vale la pena es el que juegan 22 millonarios.

Y no lo acabo de entender, porque yo me quedo sin ninguna duda con el fútbol femenino. Y claro, me sorprende que no tenga ni una fracción del éxito que tiene el masculino. Hay mucha gente a la que podría gustarle pero no lo siguen. ¿Quizá es por falta de visibilidad? ¿O porque no le han dado una oportunidad? ¿O porque aún no conocen las jugadoras y no se han llegado a “aficionar” a ninguna ellas? ¿Un poco de todo?

Si eres de estas personas que aún no le han dado una oportunidad, aquí van cinco argumentos para dar el paso y empezar aficionarte al fútbol femenino:

  1. Menos físico = más técnica y táctica

El fútbol masculino cada vez es más físico. En algunos partidos de la Eurocopa me aburrí bastante viendo como 22 hombres atléticos, corpulentos, fuertes y rápidos eran incapaces de trenzar dos pases para crear oportunidades de gol. Parecía más el patio de un colegio que una competición internacional. Cuando se prima la fuerza y el físico, la técnica pasa a ser secundaria. No luce, más bien brilla por su ausencia.

Todo lo contrario que en el fútbol femenino. Es obvio que hay partidos mejores y peores, equipos más competentes y otros de menos nivel, como en todos los deportes, pero al ser un fútbol menos físico, el éxito de los equipos depende más de la técnica, los pases, los disparos, las intercepciones y el posicionamiento táctico de las jugadoras. En otras palabras, depende de jugar bien, no de correr más o chocar más fuerte, y esto te lleva a ver partidos más vistosos: con más detalles técnicos, más goles, menos faltas, menos interrupciones, más tiki-taka…

  1. Juego bonito

Y hablando de tiki taka. ¿Quién no echa en falta aquel Barça de Guardiola que maravilló al mundo, con Puyol, Xavi, Iniesta, Messi, etc.? Pues creo que no soy el único que mirando al Barça femení le viene en mente aquel equipo constantemente… Misma táctica 4-3-3, misma presión asfixiante a la salida del balón del equipo rival, mismo control de balón, pases a velocidad endiablada, centrocampistas con excelente visión de juego que aparecen entre líneas, goleadas y dominio absoluto de los partidos…

Si es que hasta podríamos encontrar paralelismos en cada posición: Sandra Paños tiene el mismo carácter, reflejos y determinación que Valdés; Marta Torrejón sube la banda, marca goles y regala asistencias como Alves; Irene Paredes (recién fichada del PSG) tiene la garra e inteligencia táctica de Puyol; Mapi León es en estos momentos la central más completa del mundo, rápida, fuerte, lista, con gran pase y anticipación… como lo era Piqué en su día; Leila sube la banda y defiende como, por ejemplo, Abidal.

En el centro del campo, la comparación es aún más evidente: Patri corta, controla, pasa y domina el juego desde el pivote defensivo como Busquets; Alèxia lidera y lleva el tempo de los partidos como Xavi; y Aitana tiene la chispa que tenía Iniesta en su día, y hasta aparece desde la segunda línea más que el manchego.

En el extremo izquierdo, Lieke Martens tiene tendencia a buscar el recorte hacia el centro y dibujar preciosas parábolas hacia la escuadra como hacían por ejemplo Henry o Villa; Jenni mete goles de cualquier modo al más puro estilo Ibra y Caroline Graham Hansen en la banda derecha es sinónimo de oportunidad de gol: desborda a las rivales con una facilidad pasmosa. Su facilidad para regatear y crear ocasiones de la nada me recuerda a la de cierto jugador llamado Messi (aunque con menos gol, ya que Caro tiende más a llegar a la línea de fondo, es más asistente que goleadora).

  1. Juego limpio

Una de las cosas que más agradezco del fútbol femenino es que se juega limpio, con fair-play. Se lucha por el balón, hay contactos, algunas faltas tácticas, pero salvo alguna excepción muy contada, no hay faltas sucias, marrullerías, piscinazos ni protestas para engañar al árbitro. Esto es exactamente lo que en mi opinión debería ser el deporte. Competir, luchar, pero con unos valores y un respeto. Si tú también eres de los que se pone de los nervios ante las malas artes de ciertos equipos y ciertos entrenadores, quizá vas a preferir el fútbol femenino.

Otro punto aparte merecen las celebraciones de los goles. A ver, Cristiano Ronaldos del mundo, ¿es necesario celebrar un gol con tamaña explosión de chulería, testosterona y agresividad? ¡Marcar un gol y poner tu equipo por delante en el marcador debería ser sinónimo de alegría! La alegría que desprende Aitana abriendo los brazos cada vez que marca, o el salto de Fridolina Rolfö tras poner por delante a Suecia en las semifinales de los Juegos Olímpicos. Esto es alegría. Esto es lo natural. Lo otro parece más bien chulería y egolatría.

  1. En crecimiento

El fútbol femenino no para de crecer. Básicamente porque se está empezando a profesionalizar. 10 años atrás, la práctica totalidad de las futbolistas en este país entrenaban un par de veces por semana como máximo, con gente menos cualificada y en instalaciones poco adecuadas. Con la profesionalización, como se está viendo en la Super League inglesa, el nivel va a aumentar rápidamente. Cada vez hay más patrocinadores de primer nivel invirtiendo en fútbol femenino y esto va a implicar que aumente aún más el nivel de las futuras futbolistas. Las jugadoras van a estar más preparadas y mejor entrenadas desde juveniles, dispondrán de mejores instalaciones y equipamiento, y van a dedicarse al 100% a su trabajo (futbolista), en vez de tener que compaginarlo con otro sueldo a media jornada.

  1. Recuperar la ilusión

Si tras la marcha de Messi has perdido un poco la ilusión por el fútbol, quizá ahora es el momento de recuperarla con Aitana, Alèxia, Graham Hansen, Mapi León y compañía. ¿Te pasas al fútbol femenino?