El Barça arranca este fin de semana de manera oficial la temporada 21-22 con la disputa de la Supercopa ante Valencia y quizá luego ante Real Madrid o Tenerife. Ha sido un verano intenso en las oficinas del club, de confusión en los aficionados y de sensaciones entremezcladas. La derrota ante Manresa en la Lliga Catalana ha sembrado dudas y de paso ha puesto en el disparadero a Nikola Mirotic, que realizó un mal partido y que parece se encuentra inmerso en una complicada negociación para reducir su salario.

Dicen que lo que mal empieza mal acaba y este no es el mejor modo de arrancar una temporada, pues el montenegrino va a ser mirado más con lupa que nunca y esta presión extra no le va a venir nada bien. Es un tema además suficientemente complejo como para intentar dejarlo a un lado y que entre Club y jugador se intenten poner de acuerdo, aunque tiene difícil solución. Bien haría el propio jugador y el equipo en crearse una burbuja para que estas cuestiones extradeportivas no afecten.

Lo cierto es que esta situación es una más creada por los excesos de la anterior Directiva, que desesperada por recuperar al Palau ante las elecciones que se avecinaban se lo jugó todo en el megaproyecto del verano de 2019. Un exceso que al barcelonismo no le importó lo más mínimo porque se venía de donde se venía, por cierto. El eje era Mirotic, cuyo fichaje es evidente que iba más allá de lo meramente deportivo. Significaba dar un golpe en la mesa del baloncesto europeo, reclutar un jugador con garantizado mercado NBA y de paso provocar un terremoto a nivel nacional, que es lo que ocurre cada vez que se toca al Real Madrid. Un golpe de efecto en toda regla.

Todo iba según lo previsto hasta la pandemia, cuando en esa huída hacia adelante y ese sálvese quien pueda constante que fueron los últimos años del mandato de Bartomeu, la Junta decidió salir del paso acordando diferir salarios en forma de renovaciones. Pan para hoy y hambre para mañana y el que venga detrás, que arree. Ahora el Barça se encuentra un contrato indecente al que no quiere hacer frente, el único contrato (cabe decir) que podía sacar a Mirotic de la NBA en su momento y le compensara por la suma de salario+estabilidad.

¿Cómo se le plantea a un jugador que rebaje su salario así como así? Un jugador vale lo que un equipo esté dispuesto a pagar por él y nadie obligó al Barça a firmar ese contrato y luego ampliarlo. Es un asunto complejo de abordar, pues no sabemos qué tipo de esfuerzo está dispuesto a hacer Mirotic y tampoco conocemos qué es lo que le pide el Barça. Lo que está claro es que él es feliz en el Club y la ciudad, ha encontrado la estabilidad que buscaba y este contrato solo lo podría encontrar en USA, aunque un regreso difícilmente se lo plantee. Y también está claro que el Barça quiere contar con él, pero no a cualquier precio. Mirotic está siendo pagado ahora mismo como el mejor jugador de Europa y no ha demostrado serlo.

No tiene esa consideración porque de momento no ha encontrado la puntualidad para aparecer en los momentos más importantes. De hecho podría decirse que estructuralmente Calathes y, sobre todo Higgins, son jugadores más importantes que él. Seguramente porque hace tiempo que el baloncesto camina hacia una absoluta preponderancia de los jugadores exteriores, siendo los interiores mucho más reducibles.

El status en el que posiblemente se encuentre Mirotic sea el de uno de los mejores «4» del continente, si no el mejor, pero la cuenta que hará el Barcelona es que está pagando por mucho más que eso. La Junta, Navarro y seguramente Saras pensarán que le saldría más a cuenta al Club un ala-pívot más barato visto el peso del balcánico en los sistemas y su papel en los momentos decisivos. Que por la diferencia de precio le compensaría más un Shengelia, un Thompkins, un Polonara, un Sikma o incluso un Singleton.

En cualquier caso y salvando distancias hasta hace no mucho estábamos debatiendo cuestiones no muy distintas sobre Cory Higgins, que luego explotó y acalló cualquier crítica. No le queda otra a Mirotic que tomar su ejemplo, trabajar, hacer lo que le pide su entrenador y luego estar más acertado cuando realmente los grandes jugadores aparecen. Para ello tendrá que separar cuestiones deportivas y contractuales, pues convivir con la ansiedad no lo lleva bien. Se haría un favor si no se metiera en jardines innecesariamente, como cuando se anunció la salida de su amigo Griezmann. Vive el barcelonismo un momento de extrema sensibilidad y siendo además uno de los capitanes igual debería abstenerse de cuestionar decisiones por motivos estrictamente personales. Ya tienen gente que lo hace por ellos.

Puede o no haber caso Mirotic, pero si el jugador empieza haciendo una buena Supercopa las aguas deberían calmarse. A fin de cuentas a nadie le conviene ahora un conflicto que solo puede perjudicar al Barcelona.