Debería haber sido el último
Cuando jugaba al fútbol estuve en algún equipo en el que, al tener un nivel teóricamente alto para la liga en la que jugaba, el entrenador decía que teníamos que jugar el balón, quererla, no tener miedo de pedirla y ser “combinativos”. Pero pasa en este deporte que querer no suele ser suficiente y el resultado solía ser el de un equipo que daba pases sin sentido y siendo poco competitivo. Algo bastante normal tratándose al fin y al cabo de fútbol amateur, con entrenadores con poco conocimiento para saber cómo ayudar a sus jugadores y jugadores con poco nivel para solventar las situaciones que se presentaban en los partidos. Pues bien, la misma sensación que producen esos equipos de quiero y no puedo (o no sé) es la que produce el FC Barcelona en cada uno de sus partidos.
Pasando al partido del sábado, Ronald Koeman planteó un 11 con 5 centrocampistas en el que en fase ofensiva se posicionaban en un 2-7-1 usando a Mingueza y Dest de carrileros, a Busquets y Nico en un doble pivote y a Gavi, Coutinho y de Jong con cierta libertad por delante. De todos ellos, sólo Gavi destacó. Algo que habla muy bien del chico, parece ser tan especial como lo es Ansu, pero muy mal del equipo.
Este 2-7-1 en ataque otorgó al Barça una cierta sensación de control dada su superioridad en mediocampo. Pero se trató de simplemente eso una sensación. Para lograrlo renunció por completo a cualquier tipo de profundidad en ataque, dejando a Memphis en una isla arriba y sobre todo a los centrales totalmente desprotegidos ante cualquier eventual pérdida. Piqué y Araújo tuvieron que defender continuamente situaciones de 2vs2 y 3vs2 a medio campo y fueron claramente superados. Para lograr esto, lo único que el Atlético tuvo que hacer fue esperar el error de los azulgranas para recuperar el balón y dar un pase hacia delante aprovechando que el Barça no acababa nunca las jugadas y que había un espacio enorme entre Busquets y los centrales.
En fase defensiva Koeman propuso marcajes al hombre por todo el campo. Una propuesta que la temporada pasada funcionó bastante bien pero que este año no está siendo así. El problema que tienen los marcajes al hombre es que si los jugadores se mueven de sus zonas y otros jugadores aparecen se generan espacios muy fácilmente. Esto fue lo que hicieron Carrasco, Lemar y Joao Félix para castigar una y otra vez. Carrasco perdía altura obligando a Mingueza a perseguirlo mientras que Joao Félix caía a banda izquierda obligando a Araújo a hacer lo mismo. Y cuando eso sucedía aparecía Lemar en carrera a ocupar el espacio libre haciendo estragos.
Pero, como explicaba al inicio, lo peor que se puede decir de este Barça es la constante sensación de improvisación en todo lo que hace. Haciendo habituales imágenes tan surrealistas como la que aparece a continuación. Con hasta 5 jugadores en horizontal cuando uno de los principios que se manejan en el librillo azulgrana es que los jugadores deben siempre estar en diagonal para evitar pases horizontales.
Por todo ello es inevitable pensar que la etapa de Ronald Koeman en el club debería darse por terminada y que su continuidad no parece aportar nada positivo al club. En el futuro es posible que se agradezca y se reconozca que bajo su mando han aparecido o se han asentado jugadores como Araújo, Mingueza, Nico, Pedri, Gavi o Ansu. Todos ellos pueden ser fundamentales en la necesaria reconstrucción que debe afrontar el equipo para, al menos, volver a parecerse un poco a sí mismo.
Para terminar con una nota positiva, cabe destacar que Ansu Fati con su entrada en el centro del ataque logró hundir al Atlético e hizo que su equipo consiguiera dar cierta sensación de peligro. Hasta que su entrenador decidió quitarlo de ahí y ponerlo en banda derecha. La sensación es que ni la lesión ni la gran presión a la que está sometido le afecta lo más mínimo y que incluso se siente cómodo en esa situación de responsabilidad. Por otro lado, Riqui Puig tuvo minutos muy destacados dándole al centro del campo una marcha más aunque con el punto de imprecisión que siempre le acompaña. Ansu y Riqui junto con la exuberancia de Gavi fueron las únicas notas positivas de un partido que fue una confirmación más de la preocupante situación que atraviesa el club.