Visitaba el Camp Nou el Valencia de Bordalás después de un parón de selecciones que nos volvió a hacer ver que, quizás, en la plantilla del Barcelona hay más de lo que nos venían diciendo. Lo hacía con alguna sorpresa en el once de Ronald Koeman. Los azulgrana salían con dos extremos buscando dar amplitud y profundidad por primera vez en mucho tiempo. Los encargados de dicha labor serían Sergiño Dest y Ansu Fati. Este último, volvió a demostrar que está preparado mentalmente para asumir la tremenda carga que supone liderar el Barcelona post-Messi. Todavía más, se le ve especialmente cómodo en ese rol.

El plan defensivo de Koeman volvió a pasar por perseguir por todo el campo a los jugadores rivales con marcas hombre a hombre. Eso puede explicar que fuera Dest el encargado de ser el extremo derecho para perseguir a Gayá y jugar prácticamente todo el partido como si fuera lateral derecho en fase defensiva. Este plan defensivo perjudica especialmente a los jugadores que tienen pocas facultades físicas. Sufrió especialmente un Sergio Busquets encargado de hacer esfuerzos kilométricos en los que solía salir retratado. También se trata de un plan en el que si no eres capaz de recuperar la pelota con prontitud acaba por desordenarte en sobre manera y haciendo que aparezca espacios que el rival puede aprovechar. Por último, provocó que el Barça se hundiera sobremanera hacia su propia área haciendo que el Valencia tuviera fases de mucho dominio posicional del encuentro.

El plan defensivo se tambaleó por momentos, pero se sostuvo con un inspiradísimo Eric García que ganó prácticamente todas sus acciones defensivas. Sobre todo, aquellas que requerían acciones de anticipación. El timing de Eric fue perfecto y permitió que su equipo atacara durante más tiempo.

En fase ofensiva, como comentamos anteriormente, el Barça salió con extremos con total intención de estirar al rival hacia su propia portería y hacia afuera, con ello consiguió que sus ataques fueran más simples y que sus jugadores tuvieran mucho más espacio y tiempo para tomar mejores decisiones. Aún así la sensación habitual de improvisación en cada ataque se mantuvo.

El Valencia presionó muy arriba y con el orden e intensidad que caracteriza a los equipos de Bordalás. Superar esta presión se antojaba fundamental para el dominio del encuentro. Para lograrlo, se intercalaron acciones de mucho mérito en salida de balón encontrando al hombre libre, sobre todo con Ter Stegen para un de Jong que es debastador saliendo de presiones en conducción y un Eric García inspiradísimo con balón, con acciones llenas de precipitación con decisiones y posicionamientos francamente cuestionables. Esto provocó que el partido no tuviera un dominador claro y que por momentos la presión ché superaba a la culé y viceversa.

Lo que sí favoreció el ataque azulgrana fue la amplitud con la que atacó provocando que, cada vez que superaba la presión del Valencia, la sensación era que estaban a sólo dos o tres acciones buenas de plantarse delante del portero. Pero aquí también se echó de menos que el conjunto azulgrana tuviera las ideas más claras, dando en esta fase del juego una sensación de improvisación constante. Aún así, de haber estado Frenkie de Jong un poco más inspirado en sus decisiones en el tercio final, hubiera bastado para doblar las ocasiones de las que dispuso el equipo sólo por la cantidad de espacios que se generaron por su disposición en ataque.

Pero lo que inclinó verdaderamente el partido a favor del Barça fue la conexión de Ansu jugando de cara con Memphis de espaldas. Ambos realizaron acciones al alcance de muy pocos, recordándonos que esta plantilla está obligada a pelear por títulos pues cuenta con dos de los mejores jugadores del campeonato en su delantera