Las derrotas del Barça Basket en Tel Aviv y Milan entraban dentro de lo previsto. La primera se producía en una doble salida europea, ante un buen equipo y en una cancha hostil. La segunda en la pista del mejor equipo del continente hasta la fecha. Dos derrotas infinitamente más asumibles que la sufrida ante Valencia el domingo y que hizo saltar a Sarunas Jasikevicius, muy molesto con la actitud del equipo, que venía de abusar de un cadavérico Baskonia días antes.

Sobra decir que clasificatoriamente hablando perder un partido en casa en una ACB donde el duelo por la primera plaza contra el Real Madrid será tan ajustado es un contratiempo, pero lo peor es esa falta de apetito o desconexión después del banquete del jueves. Capítulo aparte merecen los inicios de partido, donde los de Saras evidencian una falta de tensión preocupante.

El preparador lituano reconoce que tiene un equipo de tan buen nivel que con poco compite, pero va más justo que el año pasado, con piezas todavía por encajar y ahora mismo con la baja de un jugador tan estructural como Higgins, cuyo estado físico conviene cuidar porque por ahí pasa la temporada del Barça. Hay buenas noticias como el sorprendente nivel de Laprovittola o la gran versión de Mirotic, pero en general los resultados hasta Tel Aviv estaban por encima del juego y ahora están empezando a llegar las derrotas.

Del núcleo duro del equipo no se puede desconfiar porque ofrecen garantías cuando lleguen los momentos más importantes, pero por detrás el resto de jugadores no están apretando demasiado, con algunas cuestiones algo preocupantes.

A Sertac Sanli hay que darle el beneficio de la duda porque ha llegado este año, ha sufrido lesiones y necesita adaptación, pero está confirmando que atrás va a sufrir mucho en esta defensa que propone Jasikevicius. Con esto y con la desconfianza permanente del lituano respecto a Oriola el peligro de cierta soledad en el «5» de Brandon Davies asoma. Ahí había margen de mejora y de momento no se percibe.

Tampoco hay update con el otro gran fichaje, Rokas Jokubaitis, que tras un arranque muy dubitativo pareció enchufarse, pero ha vuelto a estancarse un poco. No es preocupante porque está en un proceso en el que hay que tener confianza absoluta en la gestión de Saras, pero a corto plazo no es la solución que necesita el equipo para desatascarse en determinados momentos.

El resto de secundarios están ofreciendo un rendimiento ciertamente constante, aunque sin aportar demasiado salto de calidad. Kuric está siendo menos mortífero que la temporada pasada, Nigel Hayes ya se sabe que es un jugador de equipo y Rolands Smits no está especialmente inspirado, así que el equipo sigue dependiendo en exceso de los de siempre.

Este update que buscaba Jasikevicius con Sanli y Jokubaitis para darle otro paso más al Barça no ha llegado. Hay que tener paciencia y confiar en un bloque que se la ha ganado, pero llega una semana importante con la visita de CSKA y el viaje a Francia para jugar ante Asvel. Salir mal parados de esta jornada doble de Euroliga podría alterar los ánimos y hacer florecer las dudas.