Se dice que dentro de una continuidad, lo diferente sobresale, como si fuese algo más allá de lo que realmente es, algo que brilla por su diferencia y su calidad, como este “diferente” no pudiera ser bueno ya de por si.

Algo parecido se pudo ver con el nuevo y corto extremo izquierdo que presentó en su último partido el filial blaugrana. El regreso de Peque fue tan fugaz como esperanzador.

 

Peque con Barjuán

 

Si algo ha sido y es Sergi, es un entrenador con un plan claramente definido y con unas pautas de ejecución muy repetitiva y fijada, le gustan las cositas de “siempre” bien hechas. Si la temporada empezó por una clara apuesta por Peque como DC, la lesión de este y el gran rendimiento goleador (y cada vez mejor rendimiento fuera del área) de Rodado hicieron que tras la reaparición de Gerard Fernández, este fuese reubicado.

Aunque para Peque la posición de extremo no le coge de sorpresa, su mejor versión se ha visto por el carril central, donde saca a relucir sus mayores virtudes. Aunque a priori el compartir zona de influencias con Aranda pudiera ser un pequeño hándicap (a ambos le gusta el juego de apoyos e intervenir por dentro), nada más lejos de la realidad, y es que el pequeño extremo si de algo no carece, es de inteligencia espacial.

Siendo ancho como Sergi pide a todos sus extremos, Peque pudo ir haciéndose poco a poco con un partido que ya empezaba cuesta abajo con el gol de los locales. Fluyendo por la zona izquierda, sabía cuando y como abandonar la banda para favorecer recepciones limpias, cuando dar espacio a un Aranda tendente a la diagonal izquierda-centro apartándose y cuando cargar el área si la bola se movía en la orilla contraria.

Si Sergi siempre había apostado por una tipología de extremo muy específica (encaradores, con 1vs1 y verticales), con su nuevo juguete se encontraba con un elemento de apoyo y pausa que no cambió el ritmo al reloj filial. Una vez le llegaba la pelota, aunque la jugada fuese a 100 km/h, el pausaba la embestida y elegía opciones de difícil defensa. Además, su capacidad para encarar aunque no a la altura de Abde y cía, hacía dudar a su par por miedo a un amague o a una salida+disparo.

 

Un dolor de cabeza

 

Sin embargo, la dicha de la reaparición y buen juego del menudo extremo duró más bien poco, la pausa en tres cuartos de campo bajó varios niveles su calidad y frecuencia con un chasquido que notó Peque en su femoral. Una vez fuera, su sustituto fue el otro Peque, y las diferencias, se notan.

La lesión de Peque hace presagiar otra buena temporada sin él, y con la llegada de Xavi y la inestabilidad muscular de Ousmane, todo hace indicar que se pueda apostar por los extremos del B. Sergi necesita de sus alas, porque sin el regate y autosuficiencia de ellas, quizás el equipo no pueda volar