Pocos analistas hablaban en su justa medida de este extremo tan al uso que ya no es tal. De Traoré se pensaba que además de biceps, tenía desborde y solo «una jugada». Creo que ya no existe nadie que mantenga este endeble, por simple, razonamiento.

El once azulgrana es un argumento en ataque en sí mismo. Diferencial, autosuficiente, desequilibrante… todos estos adjetivos le llevan acompañando desde que debutó hace solo algunas semanas y sin embargo parece que siempre vistió esta camiseta. Y quizá es que siempre la llevó puesta. Al final esta combinación de jugador de la cantera que, como se suele decir, mamó juego de posición desde edad imberbe. Junto con estas temporadas en la competición donde no se entiende este deporte sin intensidad, han generado un imán de fútbol en la banda derecha azulgrana, con todo lo que ello implica.

Reconozco que esta sentencia que voy a pronuciar es casi tan fuerte como el superhéroe que nos ocupa, pero probablmente desde que Luis Figo fuera dueño de dicha banda, nunca hemos tenido un extremo capaz de aglutinar el juego de ataque del equipo de forma tan tangible. Quizá lo que más destaca del futbolista es su toma de decisiones, casi siempre correcta. Cuando irse a la línea de fondo, buscar el pasillo interior, desbordar, devolver al primer toque y eso mientras la vigilancia de la que es objeto empieza a ser exagerada. Quizá ahora más importante que nunca, discernir cuando buscar el uno contra uno o el centro o simplemente devolver la pelota para buscar el lado débil, que suele ser el contrario hacia el que el once se vuelca.

Acompaña esta toma de decisiones con una técnica impecable, tanto en el control, fundamental para que el rival no saque ventaja de cargar dicho lado defensivo, como en llevar el balón cerca en el desborde. Y lo mejor es que todavía tiene margen de mejora. Es claro que su mejor socio en banda es un lateral, futbolista con mayúscula, como Alves, que entiende cuando y cómo alejarse del extremo para facilitar su tarea. Pero claro, Dani solo hay uno y además este tiene ya treinta y ocho años. Pero ahora Xavi no tiene simplificar su fútbol como hacía por ejemplo con Abde, al que siempre le pedía amenazar encarando sistemáticamente al rival. Ahora existen muchas variantes que nuestro protagonista se empeña en escoger bien.

Si de lo que hablamos es de una de las características fundamentales de este Barça de Xavi, como la recuperación alta. Adama es uno de sus mayores exponentes. Probablemente ayudado en su exuberancia física, pero sobre todo en una actitud y, una vez más, una inteligencia para saber cuándo y cómo ejecutar dicha presión en banda, digna del fútbol de élite.

Por qué no decirlo, ese físico superlativo debe intimidar en el cesped lo suyo. Ya no sabes si te va a encarar un futbolista o el increíble Hulk, pero como dice el anuncio: la potencia sin control no serviría de nada. Y la madurez futbolística de Adama nos está ayudando a todos. A él a entrar por la puerta grande, a los que vemos el fútbol a ahorrarnos ciertos prejuicios y aprender a disfrutar de cada futbolista, sin ponerle etiquetas a priori. Una pequeña lección para todos y una musculosa bombona de oxígeno para Xavi.