La temporada del Barcelona es de aprobado raspadito. Sin más. Y eso que ha ganado los títulos nacionales con suficiencia, pero la imagen dejada por el equipo, imbatible e invicto, la temporada pasada supone un listón alto para un equipo que había perdido cuatro partidos y empatado otro en noviembre, y hay que ir muy atrás para encontrar algo así en una sección que el verano pasado había sufrido una serie de cambios difíciles de explicar, presuntamente por la situación económica, pero que incluían rescisiones de contratos y pagos de cláusulas. Y no podemos olvidar el esperpento de perder un partido de liga, por primera vez en tres años y medio, en Torrelavega en los despachos por alineación indebida de Ben Ali.

Pero el equipo ha llegado, como se esperaba, a la ronda de cuartos de final de la Champions League casi indemne, y luchará con bastantes garantías para entrar en la Final Four de Colonia y defender su cetro continental. El rival parece propicio para enviar un mensaje; un gran nombre, potente equipo, pero, a la vez, teóricamente asequible para el Barça, ya que no en vano el equipo culé ha vencido a su rival en los últimos ocho partidos en que se han enfrentado.

Ni que decir tiene que el objetivo es, y debe ser, ganar el partido, pero es posible que una derrota corta valga a los de Ortega para tener una vuelta más o menos plácida en el Palau. Jim Gottfridsson y el extremo izquierdo ya fichado por el Barça Hampus Wanne, máximo goleador del equipo germano, serán las grandes amenazas.

Ortega dice que las sensaciones del equipo son buenas, y quizá sea cierto, pero el equipo necesita una actuación destacada en este encuentro, y en esta ronda de cuartos (bueno y quizá en la Final Four). El equipo lo necesita y él mismo, quizá lo necesite más. Y Masip ya…