LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES

En la película del 68′ de George A. Romero, precursora de los apocalipsis de zombies que tanto se estilan en los últimos años, un grupo de personas se refugian en una granja pretendiendo escapar, más que entender, de unos muertos vivientes que, como suele ser habitual, se alimentan de los vivos. El miedo, algo inconsciente que aun hoy carece de una clara explicación científica, se apodera del espectador en esta historia, desde el minuto uno hasta el final.

De la misma forma inexplicable, ha habido un par de futbolistas que en los últimos años, han sido foco de la ira del aficionado blaugrana probablemente sin una argumentación futbolística clara, solo por el mero hecho de ser la cabeza de turco de turno.

Si vamos caso por caso, empecemos por el extremo, Ousmane Dembéle, un jugador muy especial, en el más amplio sentido de la palabra, tanto en el plano puramente futbolístico como en el personal. Su aterrizaje en este equipo ya fue bastante particular; venía como posible sustituto de Neymar, el jugador llamado a su vez a suplantar en el trono a un insustituible Leo Messi. Por supuesto las cifras del traspaso fueron de record, como no podía ser de otra manera y aunque ya sabemos que un jugador es barato o caro dependiendo de su rendimiento, su precio fue una losa difícil de asimilar, casi más para el aficionado, que para el propio jugador.

Juventud, falta de asimilación de la cultura del club y la ciudad, un entorno de amigos que le impedían ser profesional, llegando tarde a varios entrenamientos tras estar de madrugada jugando a la Play con ellos… y claro, a esto le sumamos lo lógico en estas circunstancias de poca profesionalidad: las malditas y graves lesiones de larga duración. Todo se complica cuando ni siquiera tienes la posibilidad de corregir en el terreno de juego, la opinión que la grada ya se ha formado de ti.

Por supuesto para los más puristas también está el factor «ADN Barça»; parecía un jugador tan diferente que ni entendía el juego que se le pedía, ni parecía hacer lo más mínimo por entenderlo, en los minutos que las manidas lesiones le dejaron pisar el cesped. Algo que podía haber sido positivo, ser ese «extraño elemento» a veces hasta necesario en según qué grupos de trabajo, ser volvía, una vez más, en un factor negativo que pesaba en la balanza del debe de este extraordinario futbolista.

Curiosamente, los entrenadores, esos que le ven todos los días que estaba disponible en los campos de la Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí, y que han sido unos cuantos últimamente en el club, seguían apostando por el jugador, no solo dándole minutos y protagonismo en cuanto podían, sino apostando por su continuidad en el Barça, como así ha ocurrido este verano. Esto debería habernos hecho sospechar de la calidad del jugador, al menos en un futuro cercano. Como así parece que está ocurriendo finalmente este año. Podría haber sido una pista del tremendo futbolista que nos íbamos a encontrar, pero el aficionado es per se bastante tozudo.

Si de quien hablamos es del exportero del Borussia de Mönchengladbach, en el fondo no ha dejado de ocurrir algo parecido a lo que ha sucedido con el francés. En este caso ha pasado de ser héroe a villano, más curioso todavía. Nos había enseñado sus capacidades, no teníamos ni siquiera que intuirlas. Pero la memoria es débil, de eso no hay duda, y la del aficionado al fútbol aun más.

Partamos de la base de que bajo los palos de la portería azulgrana la sombra de Valdés, el mejor portero del Barça en la era moderna, es alargada, mucho de hecho. En cualquier comparativa con él, que es inevitable hacerla, saldrá perdiendo sistemáticamente «el otro». Aun así, y recordando esos primeros años de Ter Stegen, sin duda el portero alemán ha sido quién mas se le ha podido parecer. Juego de pies indiscutible, reflejos felinos y unas cuantas de esas estiradas imposibles que dan partidos y, por qué no decirlo, títulos.

De ahí es evidente que hemos pasado a un periodo gris donde, no solo el Marc-André no solo no dominaba el área, algo que sistemáticamente ha sido y sigue siendo su punto débil, sino que se convertía directamente en invisible y fácilmente batible para el delantero rival. Varios años donde el portero no era ese futbolista diferencial que conocimos al principio, pero aun así, curiosamente, su puesto nunca ha parecido en peligro, una vez más, pese a todos los inquilinos del banquillo local del Camp Nou.

Y ahora, pudiera parece que de repente, el tiempo nos devuelve a ese portero clave y figura mundial. Ya sea porque la lesión en la rodilla pasó al olvido tras por fin realizar una pretemporada completa. Ya sea porque la cabeza ha vuelto a hacer click y ha vuelto a creer en lo que siempre fue: una estrella mundial bajo los palos, que se vuelve a hacer grande en las grandes noches y te saca esa primera ocasión diciéndole entre líneas al rival: «Hoy no».

Si alguna lección aprendida deberíamos tener como aficionados es que, como todo en la vida, las decisiones a la hora de evaluar a las personas deben ser pausadas, meditadas, teniendo en cuenta todos los condicionantes e intentando ver más allá de la coyuntura puntual. Seguiremos cometiendo los mismos errores, pero al menos intentaremos tener en cuenta todos los factores y ser bastante más ecuánimes y pacientes. Porque a veces los que pensamos que son «muertos» se despiertan y no para ser zombies, como en la película de los sesenta, sino para volver a ser diferenciales y definitorios.