Hay dos formas de actuar en la vida y no son excluyentes: puedes adaptarte a la realidad y sacar partido de lo que existe ya, entenderlo y manejarlo para que sea más beneficioso, que perjudicial. O puedes cambiar la realidad para intentar adaptarla a lo que crees que va mejor para tus intereses.

Como digo, ambas opciones no son excluyentes, pero es importante, no solo ejecutarlas correctamente, si no entender cuando escoger entre una opción o la otra, saber cual de las dos es más factible, realista y apropiada de ejecutar.

Al Barça de Xavi el problema que le vemos es que ni siquiera está claro si se ha optado por la opción correcta. Por un lado pensamos que Xavi ha construido un equipo a su antojo. Fichajes de relumbrón con Lewandowski o Koundé. Jugadores de equipo con capacidad de crecimiento como Christensen, Raphinha o el propio Ferrán. Hasta puros bregadores como Kessie. Ya sin entrar en renovaciones complicadas de explicar, como la del propio Dembélé. Aparentemente nos indican que se ha construido un equipo a medida del entrenador egarense. Alguno dirá que faltan guindas al pastel, como la de Bernardo Silva, pero básicamente parece un equipo construido por y para Xavi, con lo que aparentemente habríamos optado por la opción: gestionar la realidad para que se parezca a lo que buscamos. Pero no está claro que sea así.

Y sin embargo el equipo sigue mostrando un juego mohíno. Falto de espíritu, que transmite poco. No hablamos de resultados. Porque de hecho si así lo hiciésemos en Liga podríamos decir que se está medio cumpliendo, compitiéndole a este Madrid. En Champions se está fuera igual, que se podría estar dentro. Y en Copa ni hemos empezado. Bueno, esto es así pero con matices; cuando el equipo se ha visto exigido, se ha deshilachado como un trapo en las fauces de un perro.  

Si de solo fútbol hablamos, y ahora que tenemos fresco el Mundial y a la España de Luis Enrique, hay un aspecto que nos podemos centrar y que llama poderosamente la atención: el fútbol interior de este equipo.

Partimos de la base que tenemos a dos de los mejores interiores del mundo, no ya en su potencial dada su juventud, sino que a día de hoy ya pueden ser base de un once dominante. Y sin embargo parecen llamados a un papel residual en este equipo, dando mayor protagonismo a las bandas. Como si las mismas estuvieran ocupadas por el mismísimo Neymar en la izquierda y Garrincha por la derecha. Y tuviéramos un nueve que lo rematase todo por arriba y unos interiores con una llegada y juego aéreo brutal. Y no, evidentemente no es el caso. Esta es la contradicción que hoy pongo sobre la mesa; es como si el equipo hubiera sido construido para pintar del color que queremos la realidad y sin embargo lo estamos haciendo con brocha gorda, sin matices, y claro el borrón sale cada domingo.

Vámonos al partido de este fin de semana. Juega Balde los últimos diez minutos de partido y solo él ya solo cambia el panorama. Lateral con matices. Juego interior, exterior, combinativo, punzante. En resumen, diferencial. Un chico que en un par de años puede convertirse en un lateral con peso en el juego de un aspirante a campeón de Europa, sin más. Es probable que, dado que el fútbol es de los futbolistas, como siempre decimos, este Barça de Xavi sería diferente con un “Bernardo” en su once que modificase esa realidad, como decíamos al principio. Pero es completamente incoherente que intentes dar peso a los extremos del equipo, por encima de cualquier otra premisa, teniendo a jugadores pegados a la cal que no son tan determinantes, ni tan autónomos para resultar decisivos, no ya en un partido, sino sobre todo en un campeonato. Y así es muy difícil.

Tenemos la base: un portero perfectamente capaz de competir con los mejores del mundo. Un nueve que no tiene nada que evidiar, salvo quizá la edad, a cualquier delantero de talla mundial. Un centro del campo que, además de lo comentado, tienen al mejor centrocampista holandés del momento, como pudimos ver en el Mundial. Laterales jóvenes, con físico y fútbol. Más que solventes. Mimbres hay, pero quizá para jugar a otra cosa…