La matemática y la naturaleza siempre han estado relacionadas, hasta el punto que a ambas les ha acompañado el adjetivo de perfectas. Tenemos varios ejemplos de ello, pero ninguno tan llamativo como el número de Fibonacci que nos explica la relación inseparable de ambas. Esta serie o sucesión aparece sistemáticamente en configuraciones biológicas, de forma sorprendente, algo que cuesta entender y mucho más explicar.

Cuando Alejandro Balde se ata las botas en el vestuario, poco antes de saltar al campo en un partido oficial, aun hoy se sigue preguntando cómo ha pasado todo tan rápido. Cómo aquel niño que quizá todavía sigue siendo, ya es capaz de salir por el túnel al Camp Nou, acompañado de esos hombres que hasta hace poco eran sus ídolos.

No porque él crea que no lo merece, todo lo contrario, en su convicción esta que pertenece a la élite, su cabeza, su modus operandi, no indica otra cosa. Pero sí que todo ha ido a toda velocidad y que la casualidad, cuando este verano Xavi quería que jugase cedido, juega a veces un papel fundamental en el destino de cada uno.

Por delante tiene, bueno sería mejor decía tenía, uno de los laterales más laureados de la historia del club, y que sin embargo forma parte de esas vacas sagradas que son historia o deberían serlo, más pronto que tarde, para poder permitir pasar página al club. La lógica indica que Alba ya no puede ser rival del canterano, precisamente porque cada vez que Alejandro sale al campo, parece que estamos hablando de dos deportes distintos. O al menos que el ritmo de Balde se demuestra inalcanzable ya para Jordi.

A veces, cuando analizamos a un futbolista de la masía, siempre se dice que es el club el que debe hacerles hueco por el mero hecho de venir de la cantera. Nada más lejos de la realidad, de hecho nuestro protagonista de hoy no es el único ejemplo; cuando del Barça se habla, los canteranos que han triunfado en el primer equipo, siempre se han hecho hueco ellos. Han, como vulgarmente se dice, tirado la puerta abajo. Y así debe ser, cuando de exigencia de élite hablamos. De otro modo, la endogamia, un mal endémico de este club, lo fagocitaría sin compasión. Muchas veces hemos estado en el alambre de que eso ocurriera, aunque al final la pelota y sentido común mandan.

Uno de los aspectos que más llaman la atención del joven lateral es su capacidad atlética. Su nivel de aceleración, recuperación y velocidad de movimientos, con balón y sin él, no es ya solo que puedan resultar llamativos, sino que hoy en día son imprescindibles para un club que pretenda mantenerse en la burguesía europea, si aún eso es posible. Capaz de mantener una punta de velocidad envidiable e incluso meterle una marcha más. Pocos, muy pocos en el panorama actual europeo pueden no ya superarle, sino igualarle en dicha característica.

Siempre hemos dicho que la posición diferencial en el fútbol moderno es la de lateral. Y con eso no queremos transmitir el mensaje que la clave de un equipo pueda ser su centro del campo, su delantero centro, su portero o incluso unos centrales físicamente excepcionales. Si no que, dado que tanto el espacio, como el tiempo, cuando de fútbol top en Europa se habla, son oro, es solo la posición de lateral la que puede regalarte ambos factores sistemáticamente en tu juego. De ahí su importancia.

Si de sus decisiones en el terreno de juego se trata, estas son cada vez más útiles y consecuentes; sabe cuándo driblar al rival, cuándo doblar al extremo o al interior de su zona, cuándo interiorizar su fútbol para dejar el espacio. Todo ello decisiones que en un fútbol moderno te dan ese plus ganador. Lo que te diferencia entre un lateral “con piernas” y un lateral “con piernas y con cabeza”. Y ojo, hablamos de un futbolista de veinte años, imaginad lo que podrá ser de él en unas cuantas temporadas.

Porque ese es precisamente la palabra que le define, sobre todo cuando tienes la suerte de verle en directo: futbolista. Balde no es solo un lateral más, hablamos de un profesional que resulta clave por la interpretación del juego que hace. Y que además, cada día mejora en sus aspectos técnicos. Le está añadiendo pausa a su fútbol, hasta poder llegar a ser ese “cuarto hombre” en el centro del campo culé, que te proporciona la superioridad en la zona del campo donde se define la personalidad del fútbol culé.

Quizá en la cantera no estaba tan claro que irrumpiría en el primer equipo como lo está haciendo. Había otros nombres que siempre habían llamado más la atención en su posición en categorías inferiores. Pero al final es otro mito el que derriba, una nueva leyenda urbana de la que existen muchos ejemplos que no la sostienen: no por no ser el “mejor” en categorías inferiores, quiere decir que tu fútbol precisamente no esté hecho para triunfar en la élite o, lo que es más importante, en el modelo Barça competitivo del primer equipo.

Cuando física, técnica y táctica se unen en un futbolista, empezamos a hablar de la perfección del que probablemente acabe siendo el mejor lateral del mundo. Su dorsal es el veintidos, pero no pasaría nada porque llevase el número de Fibonacci a la espalda.