Históricamente el Barça es un club de entrenadores. Siempre se ha dicho; Rinus Michels, Johan Cruyff, Pep Guardiola, Luis Enrique… todos ellos ofreciendo un peso específico en el juego del equipo, que dotaba de una personalidad característica al fútbol que desarrollaban los jugadores en la época que les tocaba vivir.

Bueno, esto es una verdad a medias, o quizá sería mejor decir, la típica “mentira” mil veces repetida, que de hacerlo se convierte en verdad. Y es que debemos de partir de una máxima que siempre es interesante recordar: el fútbol es de los futbolistas. Cuando hablamos del Barça no es una excepción; solo hay que remitirse a los ídolos que nos han acompañado los últimos años.

El mismo Cruyff futbolista, Maradona, Ronaldo, Ronaldinho, el propio Leo… por citar algunos de futbolistas excepcionales en los que el aficionado culé ha cargado el peso del equipo y que ahora parece hacerlo en un tan excepcional futbolista, como joven persona: Lamine Yamal. Y con esto no digo que esta camiseta de ídolo de masas le quede grande, tan solo remarco que hablamos de un chaval de diecisiete años recién cumplidos.

Cuando hablamos de Lamine existe además un precedente que no le ayuda en exceso: la afición local se ha acostumbrado los últimos ¿Quince años? a colgarse de los hombros del mejor futbolista de la historia, a lo que hay que sumar ya tres años de lágrimas por su marcha. Y claro, si las comparativas son odiosas, aquí más que nunca el joven futbolista de la cantera puede sufrir una presión que no le corresponde adquirir tan temprano.

Es cierto que cuando hablamos de La Masía hablamos de un concepto futbolístico positivo per se; no existe ninguna cantera en España y me atrevería a decir que en el mundo, que produzca futbolistas de élite con tanta celeridad y calidad como la cantera azulgrana. Esto es un hecho irrebatible, solo hay que mirar los éxitos internacionales más recientes, Europeo y Olimpiadas, y dónde está el origen de un enorme número de futbolistas en ambos combinados. Pero esto no quiere decir que todo lo que salga de dicha cantera va a ser excelso por naturaleza, aunque en el caso de Lamine solo hace falta verle jugar cinco minutos para saber que hablamos de uno de los elegidos de la historia.

Aquí la ecuación es evidente, no hay muchas incógnitas que despejar, solo que el tiempo y un entrenador que le ayude a generar un entorno para crecer, le acompañe en estos primeros años como profesional. ¿Será Flick ese entrenador? Pues no lo sabemos, porque al final hay que tener una personalidad top para poder equilibrar lo mejor para la carrera de un futbolista que está empezando, con las urgencias históricas de un club siempre exigido a ganar. Como debe ser, por otro lado, nunca perdamos la perspectiva de quién y qué es el Fútbol Club Barcelona.

Por todo lo comentado arriba, esta temporada se nos presenta con muchas incógnitas, que a mí me gusta denominar retos, que se irán dilucidando los próximos meses. Como siempre, un ingrediente clave y que cualquier afición adolece: paciencia. A partir de ahí, con la calidad suficiente, que yo creo que la hay, todo llega. A por ello, empecemos en Valencia, lo demás no vale (casi) nada.