El Fútbol Club Barcelona cerró con su derrota en Anoeta varias cosas. Por un lado se acabó la imbatibilidad de la primera vuelta que hacía que el entorno hablase más de récords y cábalas que de lo que de verdad importa: el título.

Por otro lado cerró una semana horrible y difícil para el barcelonismo donde se produjo un pinchazo en la ida de Copa que deja las cosas bastante cuesta arriba, su portero anunció que no renovaría e incluso su gurú se marcha definitivamente a otro equipo. Pero por encima de todo esto lo más preocupante es que se cerró un momento de juego y fluidez brutal, en donde el equipo había conseguido dejar atrás todos sus problemas, alcanzando un pico de forma y nivel altísimos. No es preocupante y por eso es por lo que no hablamos de Semana Trágica (haciendo un juego de palabras), porque en el fútbol suele haber segundas oportunidades y el Barça sigue vivo en la Copa y líder destacado en la Liga. Sin embargo es problemático de cara a la vuelta de la eliminatoria copera donde el Barça debe dar lo mejor de sí.
El rival fue la siempre incógnita Real Sociedad. La verdad es que es difícil imaginarse un partido de este conjunto horas antes del mismo, hasta tal punto que la propia alineación no es fácil de decir. Su predisposición en el campo, sobriedad, seguridad y nivel de competición también varían segundo el momento, y por eso una plantilla que tiene nivel para luchar por Europa no está asentada en la clasificación. Sin embargo, el conjunto de San Sebastián si consiguió algo que se le pedía a comienzos de temporada: que volvieran a ser divertidos y de esta forma aprovechar gran parte de los recursos de un conjunto que en el primer año de Phillipe Montanier decepcionó en su tónica general.
Quizá el principal problema de que el conjunto txuri-urdin no alcance el nivel que se le presupone es precisamente por culpa del de gestor de la plantilla. Su mayor deficiencia técnica es que no es un mister demasiado talentoso y rico en matices. Esto deriva en que muchas veces sus planteamientos sean unidireccionales y no acierte (o no sepa verlo) con el giro que le ayude a hacerse con el encuentro. Contra el Barça el su idea inicial tampoco supuso ningún reto intelectual, sino que la premisa era sencilla: meter velocidad. El objetivo era recuperar pronto y lanzar la contra para culminar jugadas en pocos toques. De este modo entró en el equipo Chory Castro por la izquierda, desplazando a Griezmann al carril central y Vela para jugar de 9 sumando más velocidad y profundidad. Rubén Pardo al banquillo, no era necesario para el plan. Con estos jugadores en el campo la renuncia a un juego coral del equipo sustentando desde atrás con posesiones largas no podría realizarse. El entrenador debió considerar que contra el Barça no podría llevarlas a cabo, por lo que focalizó todo su juego a la zona de ¾ en todo su ancho y a una presión adelantada que le permitiera recuperar el balón ahí y lanzar.
El líder de la Liga por su parte saltó al césped de Anoeta con el once de gala, una vez que parece claro que Daniel Alves ha recuperado su puesto en lugar de su compatriota Adriano. Esta alineación hacía presagiar que volveríamos a ver el Barça líquido del último mes, el que alcanzó la cima futbolística en lo que va de temporada en toda Europa y que le hizo ser favorito indiscutible a todos los títulos, pero esto no fue así. En fútbol no hay una fórmula mágica ni para jugar bien al fútbol ni para defenderlo, sino todos los equipos copiarían la misma distribución. Este deporte es de los futbolistas, no es ajedrez o un videojuego, por eso es tan imprevisible y abierto. Y por supuesto tan ligado a la suerte. En el caso del Barça además es muy necesario un acierto técnico altísimo para poder ejecutar su fútbol con precisión y eso fue lo que le faltó hoy al equipo culé, lo que sumado a una falta de intensidad y concentración galopantes permitieron que el planteamiento de Montanier cobrase sentido. Sin ir mas lejos, si Busquets hubiese sido el jugador que fue una semana antes la Real habría quedado totalmente desbordada.
El partido pronto fue un grandísimo atasco central, con el equipo de San Sebastián presionando y teniendo líneas adelantadas y el Barça sin capacidad para fluir desde la salida. El primer recurso fue el de siempre: centrales abiertos y Busquets (o en alguna ocasión Xavi) entre centrales. Este movimiento no por usado es más efectivo y esta vez no sirvió para zafarse de la presión contraria. El equipo no fluía, no encontraba triangulaciones y apoyos en terceros hombres porque el acierto técnico era paupérrimo para lo que el Barça debe ser. Además hubo una matización en el juego culé conscientes de que el plan vasco se basaba en la velocidad hacia delante. En vez de intentar meterse en un intercambio de golpes y basarlo todo a transiciones ofensivas se buscó un juego más sosegado. Esto trajo consigo que fuera uno de los partidos de esta Liga en los que el Barça mas pases dio hacia atrás y más encontró a Valdés, pero además hubo otras matizaciones tácticas. Una de ellas fue Cesc, quien en lugar de jugar de interior izquierdo muy adelantado relacionándose con Messi y sobre todo Iniesta, actuó más por el carril central y en asociación (o auxilio) de Xavi y de Busquets. El otrora doble pivote no estaba en el partido, y el de Arenys lo detectó y bajó a ayudar. De esta forma se había desactivado por completo la opción del “Barça de Cesc”: el equipo no tendría vértigo ni aspiraba a la posibilidad de posesiones largas en zona de mediapuntas. Además Messi también bajaba a zonas de creación a ayudar al equipo.
Pero a pesar de lo descrito en el párrafo anterior y que parece delatar que el Barcelona tenía un problema grave para sacar el partido adelante, la realidad era bien distinta. El Barça no estaba haciendo méritos (en cuanto a juego) para ganar el partido y sin embargo el resultado era de 0-2 y bien podría haber sido de 0-4. ¿Cómo puede ser posible que el equipo fuera ganando si estaba mal en lo técnico, desaparecido en concentración e intensidad y con problemas en lo táctico? Pues porque la Real Sociedad tampoco estaba haciéndose con el dominio del partido a pesar de que la situación era propicia y los culés detectaron sus debilidades. El conjunto Txuri-Urdin con sus líneas tan adelantadas en la presión dejaban un problema atrás muy grande, debido a que su defensa no controla bien su espalda (varios problemas de sincronización y para retornar) y además el centro del campo no mordía. Al Barça le bastó con que Iniesta actuase de quaterback lanzando siempre balones hacia delante, profundos, y con Messi y Pedro (de nuevo el gran beneficiado de Alves) picando a la espalda de la zaga para castigar. Con esta fórmula el líder de la Liga parecía que había superado un partido en el que mentalmente no había conseguido entrar y de paso aumentar su racha de victorias, pero esto no fue así.
El equipo de Anoeta en ningún momento se fue del partido porque veía que el Barça no estaba en él. Sentía que con intensidad y presión podría superarlo y además se encontró con el 1-2 al final del primer tiempo que fue un crisol de los errores del Barça: dos duelos directos entre jugadores vascos y catalanes saldados en favor de los vascos en disputa aérea (falta de intensidad); la jugada empieza con el balón en la banda izquierda de la defensa catalana y fue llevado hasta la derecha (problemas todo el encuentro para defender la amplitud de los ataques blanquiazules); Alves demasiado cerrado le da todo el espacio a Chory Castro y este no perdona. Partido nuevo para la segunda parte y sensaciones de que el Barça podría caerse definitivamente en cualquier momento.
Esta sensación se tornó en realidad en la segunda parte. El Barça que nunca estuvo con 0-2, tampoco apareció en forma de reacción con el 1-2 y la expulsión de Piqué terminó de definir su destino, sobre todo por la actuación de su sustituto. A partir de ese momento el Barça se dispuso en 4-4-1 (aunque lo normal en estos casos es desarrollar un 4-3-2 el tener a Messi le permite al conjunto catalán situarse así), pero ni así pudo invertir la tendencia. La suerte en el rebote de Mascherano en el 2-2 terminaba de hacer justicia: la Real estaba siendo mejor. Habría que ver ahora si el Barça se levantaría… algo que no se produjo. El equipo siguió sin establecer ataques posicionales y así sacudirse el dominio rival desde el balón. Solo Iniesta, que emergió en la segunda mitad con conducciones donde juntaba y dividía al rival para buscar huecos, casi siempre para Jordi Alba consiguió abrir algo de esperanza. Montanier lo detectó y metió a Rubén Pardo para intentar hacerse con el balón y así terminar de castigar a los 10 hombres culés. El plan no le funcionó porque el de Fuentealbilla ya había decidido en ese momento que el balón era suyo y fueron los mejores momentos culés en todo el partido. Mejores pero más efectistas que efectivos ya que las ocasiones siguieron sin aparecer y el dominio blaugrana en ningún momento fue asfixiante y definitivo, no había sensación real de 2-3. Para intentar acercarse a ello, Tito incorporó a Adriano. La decisión no estaba mal planteada, el equipo ya estaba cerca de la frontal y el brasileño tiene un potente tiro exterior. Por otro lado también demostró lo que es una evidencia a gritos: en caso de buscar el gol Alexis no puede ser uno de los elegidos hoy por hoy. Y así llego la última jugada del partido que mostró como estuvo el Barça en el encuentro: Puyol despeja a saque de banda un balón que perfectamente hubiera sido enviado a Valdés, y de esta jugada salió un centro al corazón del área donde Mascherano le volvió a gritar al mundo que es una debilidad defensiva. Una acción que puso justicia premiando al que fue mejor y enseñándole al líder que si no es intenso ni está enchufado en el partido es de los equipos más vulnerables del panorama europeo.
La derrota en sí no es preocupante ni cambia la realidad blaugrana. El buen hacer hasta el momento y el colchón de puntos que se ha conseguido sirven para permitir estos despistes. Sin embargo el resultado de hoy se suma al mal juego y actitud mostrados y al pinchazo copero, que enseñan que el Barça pasa por un (pequeño) mal momento que no se podía presagiar hace una semana. Y esto, a cuatro días de luchar si sigues o si quedas fuera de una competición, ya es más preocupante.