“Los minutos del brasileño fueron directos al corazón del City. Se situó en banda derecha […] y cada recepción fue una puñalada. Tan vertical como horizontal, fue a la vez amenaza y orden. Hilvanó cadenas de pases, conquistó el espacio y maltrató a Lescott y Clichy, un dúo que se queda corto a estos niveles. De sus botas salió el balón del segundo gol y de su sentido el espacio desde el que remató Dani Alves”

 ‘La maldición del espejo y el secreto a Demichelis’, crónica del City-Barça escrita por Albert Morén.

Considero que no hay mejores palabras que las de nuestro compañero en EUMD para definir la actuación de Neymar la semana pasada en el Etihad. Conviene ponerla en contexto para no perder perspectiva: el brasileño sustituyó a Alexis cuando peor lo estaba pasando el Barcelona, a falta de 20 minutos para el final del encuentro. Por primera vez desde que está en el club azulgrana, jugó por la banda derecha, en principio para no vulnerar la disposición del Barça de los centrocampistas, que cuenta con Iniesta en el extremo izquierdo y Xavi y Cesc como interiores. Fuese buscado o fuera producto de la casualidad, lo cierto es que Neymar completó una de sus actuaciones más brillantes desde que aterrizó en el Camp Nou.

Si bien ayer mismo Morén nos analizaba qué opciones tenía Martino para resolver el encaje del brasileño dentro del equipo, hoy profundizaremos en la opción de alinearlo por la banda derecha y qué es lo que puede aportar en una posición que no es la suya. Para empezar, Neymar se caracteriza por una sensibilidad a la hora de leer el juego impropio de un futbolista de su edad, por lo que facilita una posible adaptación a otras posiciones/roles a los que no está acostumbrado a visitar. Un ejemplo de esa capacidad es el buen resultado que dio como falso ‘9’ cuando Messi estuvo ausente por lesión. El futbolista brasileño sabe cuándo debe acelerar el juego o aplicar la pausa según lo que requiera cada jugada, y casi siempre acierta en el proceso de toma de decisiones, aunque evidentemente no hemos asistido aún a su madurez futbolística, como es lógico.

De su inmenso catálogo de virtudes, en un equipo como el Barcelona resaltan especialmente dos: su capacidad de asociación y movimiento, mucho movimiento. Para activarlas, Neymar necesita libertad para poder visitar los tres carriles de ataque y recurrir a su lectura del juego a la hora de tomar decisiones en el campo; para ello, cuando juega en banda resulta imprescindible la presencia de un lateral largo. Ya sea en la izquierda o por la derecha, jugar con Jordi Alba o Dani Alves le libera a la hora de fijar en amplitud y le permite aparecer entre líneas o buscar la espalda de la defensa rival a través de un desmarque al espacio. Es por eso que para asistir a su mejor versión la posición debe ser siempre un punto de partida, en el que se presupone el principio pero se desconoce dónde y cómo acabará la jugada Neymar.

Por otra parte, resolver el encaje del ‘11’ en el colectivo depende en gran medida de su capacidad para entenderse con Messi. El futbolista argentino es la máxima estrella del Barcelona y el juego del equipo gira en torno a su figura, algo que Neymar ha aceptado de buen grado, a pesar de que eso suponga no ostentar todo el protagonismo que su fútbol necesita. Partiendo desde la banda izquierda, el brasileño tiene unas obligaciones que atender, que no son otras que aprovechar la atracción que genera Messi mediante un desmarque de ruptura, o generar espacios para al argentino a través de un movimiento de arrastre que limpie el camino a Leo.

Alinear a Neymar por la izquierda supone alejarlo de Messi, con todo lo que eso conlleva. Al rival se le obliga a defender abierto, porque si focaliza la atención en uno, puede dejar solo al otro, y viceversa. No obstante, si a Neymar se le obliga a jugar demasiado abierto y no cuenta con un lateral que le doble por fuera, el rol del brasileño se reduce a las exigencias de un extremo puro y es ahí dónde su potencial mengua. Desde la banda derecha, en la que casi siempre estará Alves, el delantero brasileño tiene permiso para abandonar el costado y visitar el centro del ataque con más asiduidad.

Por lo tanto, si partir desde la izquierda significa alejarlo del argentino, alinearlo a la derecha supone lo contrario: juntarlo. Hasta ahora, Messi y Neymar han coincidido más bien poco en los terrenos de juego y, cuando lo han hecho, no se ha podido ver nada especial entre ellos, más allá de algunos momentos esporádicos. Como no han podido jugar juntos con regularidad, apenas se ha podido vislumbrar cómo será una relación que, se supone, acabará convirtiéndose en uno de los pilares del juego del Barcelona. Quizás esta temporada no se descubrirá la fórmula en la que ambos puedan convivir sin perjudicar al colectivo, pero aún se está a tiempo para intuir por dónde irán los tiros.

Precisamente, en la derecha el brasileño encontró con asiduidad al argentino, algo que en la izquierda no se había dado con asiduidad. Se asociaron entre ellos, triangularon con otros compañeros y su dinamismo repercutió de forma muy positiva en Leo, que con el paso del tiempo ha ido perdiendo movilidad en su juego para dosificarse de cara a esfuerzos mayores. Debido a la tendencia de Neymar de irse hacia adentro, el brasileño arrastraba su marca y dejaba unos espacios que aprovechaba Messi para caer al costado y recibir libre de oposición, con todo lo que eso conlleva. Ambos futbolistas se intercambiaron posiciones al unísono, repartiéndose los espacios en función de la jugada y volviendo locos a los defensas blues. En poco tiempo, crearon mucha sensación de peligro y de las botas de Neymar surgió el pase del segundo gol de Alves, que dejaba casi sentenciada la eliminatoria.

Sin duda, la nota positiva de sus 20 minutos en el campo del City fue su relación con Messi, porque se dejaron entrever algunos detalles que dan como posible una convivencia que potencie lo mejor de ambos futbolistas. Algo que, de finalmente darse, consolidaría al Barcelona como uno de los grandes candidatos a hacerse con todo y, quién sabe, un puente sobre el que edificar un nuevo modelo de juego en vistas a la próxima temporada. Evidentemente, de un solo partido no se pueden extraer grandes conclusiones, pero sí es cierto que Neymar por la derecha abre una puerta a una posibilidad que antes no se había contemplado y que, por qué no, puede convertirse en una vía interesante a explorar si Martino así lo considera.