Mucho ha cambiado el Valencia CF desde que el Barça visitó Mestalla en la tercera jornada de la primera vuelta. Un tiempo en el que el club de Mestalla despidió a su entrenador, varios jugadores abandonaron el equipo y la institución se ha visto inmersa en un decisivo proceso de venta que no parece que vaya a tener una resolución rápida.

En ningún momento de la temporada ha aparecido el gigante dormido que anunció Djukic el pasado verano. Sus palabras, lejos de representar un acicate de ilusión y compromiso, se volvieron en contra del entrenador en cuanto los resultados no acompañaron. La temporada comenzó con un equipo sin un concepto claro de juego. Djukic intentó que su plantilla captara parte de la filosofía que él mismo mostró en su época como futbolista: buen trato de balón, salida desde atrás y protagonismo para los centrocampistas, pero en la práctica su propuesta hizo aguas y contó con pocas simpatías en el vestuario.

Los buenos momentos de juego fueron tirados por la borda a causa de errores imperdonables en jugadas a balón parado y absoluta falta de puntería en ataque. A Djukic le trajeron a Pabón y Postiga para suplir la baja de Roberto Soldado; ambos ya ha salido del club cedidos con opciones de compra. La amenaza de la destitución fue la sombra de Djukic desde muy pronto. Una vergonzosa derrota ante el Swansea provocó que la grada estallara ante la secretaría técnica, sí, puede que sorprendente teniendo en cuenta los precedentes, pero esta vez no fue el entrenador el blanco de las críticas.

Victorias ante el Sevilla o el Getafe actuaron de bálsamo para Djukic, no así para el secretario técnico Braulio, que fue la primera víctima de un proyecto que parecía abocado al fracaso ya en el mes de noviembre. La salida de Rami y los rumores sobre la escasa preparación física del equipo terminaron por dividir a un vestuario que pese a todo intentaba demostrar unidad de cara a la opinión pública.

El Valencia se alejaba de las primeras posiciones al mismo tiempo que le costaba generar fútbol. Los constantes cambios de sistema y de hombres en el centro del campo colapsaron la capacidad creativa de un equipo que echó de menos las buenas actuaciones de los hombres más talentosos de la plantilla. La falta de gol arriba y el bajo rendimiento de Banega y Feghouli, fueron decisivos en el bajo rendimiento del Valencia. Pocos aspectos pueden salvarse en esta primera parte de la temporada, quizá la evolución de Bernat y la explosión de Fede Cartabia; un jugador interesante para el futuro pero con demasiadas cosas que mejorar tanto en el aspecto futbolístico como emocional.

La salida de Djukic era esperaba, y se confirmó tras la triste imagen mostrada en el Vicente Calderón ante el Atlético de Madrid. La derrota 3-0 convirtió al gigante herido en un gigante muerto, el proyecto Djukic había terminado. Su sustituto fue Nico Estévez, un brillante producto de la escuela valenciana de entrenadores que cumplió a la perfección en su faceta de interino. Con él se superó una difícil ronda en la Copa del Rey y se dio la cara en el partido de liga ante el Real Madrid. Juan Antonio Pizzi se hizo cargo del Valencia tras proclamarse campeón en Argentina con San Lorenzo.

Pizzi se encuentra en una situación muy comprometida. Un mes después de su llegada, el equipo ya ha sido eliminado de la Copa, tiene los puestos que dan acceso a la Champions League a 17 puntos y la Europa League a 11; el descenso está más cerca en la clasificación que volver a jugar competiciones continentales. La situación es muy preocupante, y más si pensamos en la difícil salida que tendrá que afrontar esta semana.

El Camp Nou ha sido territorio vetado prácticamente para todos los equipos en los últimos años, con más motivo para un Valencia que recibió allí algunas goleadas dolorosas. Lejos han quedado los tiempos en los que los de Mestalla luchaban codo a codo con Real Madrid y Barcelona por las primeras plazas de la clasificación. Y es que actualmente las derrotas se han alejado del equipo de Pizzi, que con una dinámica muy negativa debe comenzar a sumar para no verse en más problemas de los que ya tiene.

Si la parcela social es un hervidero, no decimos nada de la deportiva. En el Valencia-Barça de la primera vuelta (el de los tres goles de Messi) debutó Pabón, ahora el colombiano ha salido del equipo y esta misma semana ha sido presentado el chileno Vargas. Puede que el partido de Barcelona le llegue muy pronto, pero en sus botas se encuentra la enésima esperanza de salvación de un Valencia al que le quedan muy pocos cartuchos a los que acogerse.