La Grande Bellezza” es probablemente la película del momento. Una metáfora de la vida y la muerte, de la búsqueda de la belleza como objetivo en la vida, como modus vivendi. De una belleza verdadera, lo cual implica desenmascarar esa belleza impostada. El fútbol del Barça es desde hace un tiempo una belleza impostada, y como tal sujeta a desenmascararse tarde o temprano, para vergüenza de sus protagonistas y de los que creímos en sus mentiras hasta que el Rey Desnudo fue objeto de la burla del más pequeño del reino, lo cual despertó de la mentira hasta al más crédulo.

Podemos poner todas las excusas que se nos vienen a la cabeza; podemos decir que el césped estaba seco y la bola más que rodar iba dando trompicones. Podemos decir que no estaba el Sr. Lobo, el solucionador de problemas, que con su mero magnetismo con el balón, deja sin esfuerzo rivales atrás y genera superioridades automáticas arriba. Podemos hablar que las cuatro de la tarde es una hora terrible para intentar dormir al rival, al ritmo de las horizontalidades de un seis que ya ni está, ni se le espera. Podemos también comentar como uno de los mejores mediocentros de Europa vive sumido en la mediocridad y ese segundo con el que antes adelantaba a la jugada, ahora esta le pasa por encima sin conseguir descifrarla.Hasta se puede llegar a mencionar al último en llegar, que desde su lesión en el tobillo, las piernas han dejado de ser de alambre para convertirse en plomo.

El Barça ayer, ante las bajas de dos de los vértices del triángulo siniestro del equipo, como son Alba e Iniesta, tiró de academia y pretendió que el Valladolid rindiera armas ante la Historia. Pero la historia de este equipo ya no juega partidos, es más, cada vez de una manera más frecuente, genera en el rival una fe en que no sólo llegar al área del Valdés es factible, sino que el premio de batirla es más real que nunca.

El Valladolid planteó un partido como ya indicábamos en la previa, muy típico de los equipos de Juan Ignacio Martínez, rocosos en el aspecto defensivo, cerrando los pasillos interiores y permitiendo al rival acercarse al área, pero prohibiéndole a este pisarla. Y en ataque fiándolo todo a la capacidad física de Manucho, a lo que había que sumar la capacidad futbolística para la pausa de un jugador tan interesante como Javi Guerra, que precisamente explotó lo que más molesta en transición defensiva a este Barça del Tata y que, meses después no se acaba de corregir; la zona de tres cuartos, un territorio donde Busquets hace tiempo que dejó de ser il capo, para convertirse en un mero chico de los recados

Desde el comienzo, con el 4-4-2 de los equipos siempre bien trabajados de JIM, las sensaciones no eran buenas. Tres córners en apenas quince minutos de partido. Precisamente la jugada que un Barça concentrado siempre intenta evitar, sabiéndola su punto débil declarado, nos indicaba el nivel de presencia en Pucela de los azulgrana. Y, así de manera cada vez más natural, más asumida, se adelantó el equipo blanquivioleta en el marcador en un rechace que queda muerto en el área, un área azulgrana cada vez más barata.

Unos azulgrana que desde que el sistema no les genera superioridades, hace probablemente un par de años, tienen que recurrir a una excelencia técnica que ayer parecía haberles abandonado. Un ratio de pases realizados/acertados paupérrimo, probablemente el peor de la temporada, dejaba bien claro que no era el día para buscar la filigrana y sí hacer una llamada al pragmatismo. Pero cuando un equipo ha dejado de creer, la inercia solo hace que ganarle metros al abismo.

Xavi volvió a ejercer en la base de la jugada más tiempo del necesario. Que al seis le empieza a sobrar más de un toque, más de un pase, a veces hasta más de un giro, parece más que evidente para todo el mundo menos para el Tata, que cuando de ejecutar los cambios se refiere, prefirió evitar la posibilidad de unas transiciones más ágiles y sentó al cuatro antes que al de Terrassa. Sus razones tendrá el argentino…

Unos cambios, unas decisiones de campo que ya hace tiempo que ni suman, ni restan y, lo que es peor, a veces no se tiene muy claro ni lo que buscan. La regularidad de este equipo se perdió hace semanas, precisamente cuando el Tata recordaba que ya no había margen para el fallo, este equipo ha querido bajarse de la Liga.

Por supuesto aun puede seguir siendo competitivo a partido único, final de Copa, o a doble partido, Champions League. Pero su fiabilidad está en entredicho. ¿Aun puede ganar todo? Evidentemente, cuando además estamos hablando que cuenta con el mejor jugador del mundo en sus filas. Pero es palpable que necesita de un resorte, un incentivo, un movimiento afortunado, que vuelva a alinear a los astros del cielo, pero sobre a los astros que aún hoy, se deslizan por el césped del Camp Nou. No podemos olvidar que el talento fluye a borbotones todavía en esa plantilla, y es precisamente en las noches de gala, donde al talento le gusta salir a pasear y exhibirse. ¿Será suficiente? No lo sabemos, pero, como ya hemos dicho muchas veces por aquí, recordemos que el fútbol es, más que nada, cosa de los futbolistas…