El Real Madrid ha llegado tras 12 años a la Final de la Champions League – La Décima para los de Chamartín-. El Atlético de Madrid lo hará tras 40, con una plantilla cuya experiencia es toda la que está atesorando en este ciclo de forma propia. Para ambos, verse en este escenario, con todo lo que supone, debería ser una carga emocional aún más fuerte de lo que implica tal partido, pero parece que no será así. Por la parte blanca, unos jugadores de élite, un entrenador con tanta pachorra como Ancelotti, y el discurso empleado recientemente aseguran que el equipo llega mentalmente preparado. Por la parte colchonera, la reciente proeza en el Camp Nou ha hecho caer del caballo hasta a los más escépticos. Por todo, el campeón será por fútbol.

Metiéndonos en materia, el análisis lo protagonizan los de Carletto pues la lógica y lo visto hasta ahora nos dice que la mayor parte del partido estará capitalizada por el ataque posicional madridista. Y es ahí donde aparecen las primeras sombras con las bajas de Xabi Alonso y la más que probable de Pepe. El Atlético de Madrid buscará a su contrario aceptablemente adelantados, hasta una zona entre el centro del campo y ¾ por dos motivos: el primero es que si plantean un bloque bajo tendrán muy difícil poder contraatacar con peligro pues son muy lentos. El segundo, para obstaculizar la circulación de pelota del 9 veces campeón de Europa. Y es ahí donde echarán en falta el toque del vasco y la imprevisibildad de Pepe.

Es una película que hemos visto varias veces entre estos rivales e incluso en los duelos entre Cholo y Martino: los colchoneros niegan la zona central del campo. Lo que ocurre enfrente de las dos porterías es territorio comanche –o sea, indio-, un campo de minas donde el pase hacia delante no es opción. En esas Alonso es fundamental por la finura de su toque y su capacidad para encontrar jugadores lejanos. Illarramendi puede disimular esa función el sábado, ya que su principal problema es de velocidad y no de toque, pero irremediablemente se quedará corto. Igualmente preocupante es lo del central brasileño. Por propia capacidad permite a su equipo plantar la defensa en el centro del campo y adelantar líneas, lo cual es fundamental para recibir el pase franco de sus compañeros. Recordemos: el pase hacia delante en el centro está vedado, así que el mayor auxilio para sus compañeros es el pase a los centrales. El cambio de Pepe por Varane –este Varane- supondrá retrasar la línea so pena de ser más vulnerables. Por otro lado, el factor sorpresa del 3 madridista, aunque no siempre lucido, si es un valor añadido y más en estas situaciones.

Por todo lo visto y todo lo sabido, la opción más sólida de los de Chamartín es presentar una salida lateral, mucho juego por banda. Este recurso si de momento ha sido el más ganador en los duelos precedentes, el sábado sería el más seguro ante las bajas comentadas. El Real Madrid sorprendió de esta forma en Copa del Rey con un 5-0 global, y en el 2-2 liguero Carvajal y Marcelo –los cambios ese día- a punto estuvieron de darle los 3 puntos a su equipo. Es una exigencia que ni el Cholo ni los suyos han conseguido aún descifrar. De asentarse este mecanismo en Lisboa lo pasarán mal. Además el presumible 442 merengue -con Di María en el costado izquierdo y Bale en el derecho- permite aún más asentarse a los laterales en campo contrario con holgura. Ahí estará medio partido.

Ante esto los de Simeone pueden presentar matizaciones como hacer que su línea de 4 medios sea más ancha. Pero la mejor solución es llevar el partido a su terreno, voltear la iniciativa. Los colchoneros -ya se ha comentado., buscaran a su rival arriba, o de lo contrario no verán la portería. Esto quiere decir que cualquier recuperación que hagan entrará en el terreno de la emotividad. Y de eso, en este momento de la temporada, van sobrados. Un balón recuperado contra Illarramendi –presumible marca al hombre del que juegue de segundo punta-, un sprint de Diego Costa contra los centrales, un giro de Arda Turan, un toque de Koke, una posesión de Tiago donde corra el segundero… el Atleti está en esa fase de la temporada donde todo suma. Van con el depósito en la reserva pero con la inspiración al máximo, con la idea cuajada. Cualquier matiz que los rojiblancos aporten serán pequeñas victorias en su haber. Si consiguen aprovechar su fase de dominio –que la tendrán- podrán inclinar la balanza hacia su lado, a no ser que el rey de la emotividad lo impida.

Para que los del Manzanares completen la proeza, deben intentar que haya muchos partidos dentro del partido, que cada metro cuente y cada segundo sume. Todo lo que sea alargar que el Real Madrid establezca su ataque posicional cerca de Courtois será una victoria. Porque si el partido entra en esa fase, será cuestión de tiempo a que Benzema, Modric, Ronaldo y Bale, ya desplegados en un 433 ancho e intenso, encuentren la rendija y penalicen cualquier fallo. Si algo es característico de los hombres de Ancelotti es la pausa y la mesura con la que toman sus acciones independientemente del minuto que marque el reloj. No cabe duda: si consiguen alargar esta fase del juego tendrán una oreja y media en el bolsillo.

Estas son las cartas que están sobre el tapete en dos equipos que se conocen demasiado pero siempre se siguen sorprendiendo. Fútbol, jugadores, nervios y emotividad brotarán en distinta proporción según el balón esté en unos pies o en otros, en una parte del campo o en otra. Es una Final de Champions League y cada detalle, desde el primero al último cuenta. Todo por La Décima y la Historia; todo por Luis Aragonés y la leyenda.

P.D. No se ha comentado por no entrar dentro del análisis del juego, pero el balón parado apunta a decisivo en esta final. Godín, Miranda y Raúl García serán mas peligrosos como cualquier atacante colchonero mañana. De hecho, seguramente estarán más cercanos a gol que los jugadores más ofensivos. Por su parte el Real Madrid llega con Ramos en estado de máxima inspiración y es conocido su impulso hacia el gol. Desde un corner se puede ganar una Orejona. No sería la primera vez.