Mi sueño es jugar en el Barça de Ronaldo, Rivaldo y Romario”. Para el Fútbol Club Barcelona fichar a los tres grandes brasileños de la década de los 90 no supuso simplemente un salto deportivo sino que le permitió ocupar una posición geoestratégica en cuanto al control del mercado brasileño se refiere. Jugadores como Ronaldinho, Robinho o Neymar llegaron a pronunciar esa frase como una realidad inexorable, como una etapa a cumplir por todo crack de la canarinha: jugar y triunfar donde antes lo habían hecho sus ídolos.

Quizá este sea el motivo por el que el conjunto catalán ha apostado ahora por Douglas Pereira. En una posición que cada vez tiene más peso específico, Brasil tiene a los dos referentes históricos: Cafú y Roberto Carlos. No solo ellos, sino que casi todos los grandes laterales de los últimos tiempos comparten nacionalidad: Dani Alves, Maicon, Belletti, Cicinho, Adriano, Filipe Luis, Marcelo o Maxwell han copado ambos costados mientras jugaban en los mejores equipos del continente y engrosaban su palmarés. No hay duda, el lateral actual baila samba.

Douglas bien podría reafirmar la preponderancia del Barça en el sector -muchos de los anteriormente citados han jugado y triunfado de blaugrana- asegurándose así partir con ventaja en la contratación de un futuro lateral brasileño dominante. Creemos firmemente que este puede ser uno de los motivos que ha estudiado la secretaría técnica blaugrana a la hora de realizar la operación… porque de no ser así, costaría mucho encontrar un sentido deportivo real en la contratación: el ex del Sao Paulo presenta más sombras que luces en su limitado nivel futbolístico.

El nuevo lateral culé es un jugador de gran arrancada -que es sostenida en velocidad- y de una más que aceptable resistencia que le permite lucir y mantener los esfuerzos. Como su técnica es imprecisa y su lectura defensiva es escasa, condiciona todo su juego a la virtud anteriormente mencionada: Douglas se fía mucho de su rapidez tanto para defender como para poder atacar.

Esto le permite poder salir mucho de la línea defensiva a por su marca: el brasileño realmente salta como un resorte a por el contrario o a por el balón cuando este está dividido. Una situación que muchas veces se repite es ver a su línea defensiva guardando la formación mientras él sale a por el atacante izquierdo contrario. Él se siente cómodo ahí por dos motivos: primero porque espera con su velocidad llegar antes al balón, o al menos molestar al adversario; segundo porque si es rebasado su velocidad le permitirá rectificar. Sin embargo su forma de rehacerse no se basa en grandes conceptos defensivos sino en correr hacia atrás e intentar recuperarla… al corte. El flamante fichaje culé no utiliza bien las manos, ni cuerpea excesivamente bien, ni mantiene la verticalidad para ir achicando para poder recuperar el balón. Su ejercicio se resume en la mayoría de las ocasiones en una entrada rasa que si bien puede ayudarle a recuperar el cuero, también lo elimina automáticamente si no tiene éxito.

Además, en clave Barça ese desempeño defensivo no suena ganador. Más allá de que su vitalidad y energía sí puede ser útil pensando en la presión, su falta de conceptos exigiría a la defensa culé justo donde más sufre: en la cobertura a banda diestra. Tanto Busquets, como sobre todo Piqué sudan sangre cada vez que el balón está en los pies del contrario y cerca de la cal. Por eso si Douglas salta a la presión y es superado –algo que no es una quimera-, el equipo tendrá en su espalda el talón de Aquiles.

Pero si defensivamente no es una garantía competitiva, al menos a día de hoy, ofensivamente sí tiene cierta gracia. Extremo de formación y brasileño de nacionalidad, se muestra mucho más cómodo cuando mira a la portería contraria que cuando mira la suya propia. Sin problemas para recibir en salida, es a partir de la divisoria donde empieza a encontrar más protagonismo y a la vez donde muestra las mencionadas carencias técnicas: su pie no va en consonancia con su cabeza.

El ex del Sao Paulo no ve mal a sus compañeros, de hecho le gusta relacionarse con ellos y encontrarlos. El problema es que la poca finura de su pie no responde a sus buenas intenciones. Su primer toque acostumbra a ser deficiente, por lo que necesita tiempo y sobre todo espacio para poder acomodarse el balón o para no perderlo nada más recibirlo. Una vez este primer obstáculo es superado es cuando realiza la asociación y ahí es donde hay más tomate: como decimos, ve a los compañeros. El envío suele llegar al lugar propuesto ya sea en cambio de orientación, centro, o pase corto. El problema es que no lo hace en las mejores condiciones. Casi siempre falto de tensión e incluso botando, y muchas veces a una altura que no es la idónea, el compañero recibe el esférico enviado por el voluntarioso lateral, pero también va acompañado de un esfuerzo para que la jugada continúe. ¿Puede un jugador con tantas carencias en lo técnico triunfar en un club donde se demanda la exigencia en este ámbito?

Podría ser… en marcos muy concretos. Como por ejemplo el que vimos el fin de semana pasado en El Madrigal. Douglas adora correr con el balón en los pies –realmente despegado del pie en conducción, pero permítase la licencia-. Ahí, si tiene ese tiempo y espacio que como ya hemos dicho necesita, y además puede lucir su velocidad, sí puede tener sentido. Lleva rápido el balón a la zona de ¾ y puede encontrar al compañero y además acompañar la jugada ofreciéndose en el esfuerzo sostenido. Douglas es sufridor y generoso, y en un equipo que necesita tanta implicación ofensiva de sus laterales, al menos rellena el hueco arriba sin preocuparse por tener que correr hacia atrás.

El problema, y ya es el último, es su rol. El chico llega a un conjunto que ya tiene dos laterales: uno es el referente histórico de la entidad en la posición y el otro es un canterano a quien siempre se le espera que el futuro le alcance en el presente. En ese marco, no le da para ser titular y no es necesario para ser suplente. En otras palabras: si sienta a Dani Alves –esta temporada o la que viene- el bajón de nivel en la posición será muy pronunciado. Y para quedar de lateral de rotación Montoya siempre ha cumplido, siendo más que rentable en esa función.

Queda la esperanza de que Luis Enrique haya visto en el jugador algo que se nos escape y pueda hacer de él un jugador más que útil. Los trasatlánticos de la Liga pueden permitirse ciertos lujos en casa en la mayoría de los partidos y quizá Douglas sea uno de esos. Si no es así, al menos habrá sido un lateral brasileño más a sumarse a la ya larga relación con el Fútbol Club Barcelona. Quizá el nuevo Cafú diga algún día: “mi sueño es jugar en el Barça de Belletti, Alves y Douglas”.