Decía Luis Enrique el domingo pasado que esperaba un partido trampa con el Levante, se equivocó de fin de semana el asturiano, el partido trampa era ayer. A tres días del importante enfrentamiento de ida de octavos de final de la Champions frente al City, había dudas sobre donde estarían los cambios, para dar descanso a posibles titulares el martes en el Etihad. Nos equivocamos los que creíamos que habría cambios importantes en el once, finalmente fueron dos y bastante irrelevantes para la suerte del partido.

En defensa el francés Mathieu volvía a formar en el once titular, sin más relevancia que el posible peligro del juego aéreo malacitano, o un mero descanso para Javier Mascherano. Y en la zona de medios sería Rafinha el que mandaría al banco al croata Rakitic. Sin mayor incidencia en el juego, sobre todo porque los interiores podrían haber sido casi cualquier jugador de la plantilla, dado que no tuvieron prácticamente ningún peso en el entramado ofensivo azulgrana. Y ahí comienzan parte de los problemas vistos ayer…

El Málaga formaba con un cuatro-cuatro-dos con un repliegue defensivo bajo, que recordaba al planteamiento del Villareal en el último partido de Copa. Como ya nos había desgranado en la previa, nuestro buen amigo @RafaUcles , Javi Gracia parecía ser bastante consciente de los puntos débiles que el equipo había estado mostrando en sus últimos partidos de Liga. Nada de regalar la espalda de los centrales, ni de los laterales, especial mención aquí el incluir a Miguel Torres en el perfil izquierdo, para vigilar la salida hacia adentro de Leo Messi en dicha banda. Cabe destacar que probablemente haya sido el partido que va de Liga, en el que menos regates consiguió finalizar con éxito el astro argentino.

Las consignas claras eran fundamentalmente dos: no se podía dejar correr al Barça. Para lo cual cada ataque debía de ser finalizado y estaban prohibidas las pérdida de balón en medio campo. Lo cual implicaba una precisión milimétrica en la salida rápida de la pelota, donde el primer receptor, normalmente Juanmi o Castillejo cayendo a banda, estaban siempre desmarcados y preparados para lanzar el ataque boquerón, en el preciso momento en que el balón pasaba a su poder. Salidas rápidas, con un buen número de efectivos, a espalda de los laterales normalmente descolgados sobre el área rival. Piqué, que ayer volvió a estar inmenso y Mathieu, menos fallón que de costumbre, no daban a basto. Ni interiores en fase defensiva, ni el mediocentro, ofrecián el apoyo necesario en transición defensiva.

La segunda consigna de Gracia era bascular al equipo al lado izquierdo, para impedir que el lado derecho del ataque azulgrana, donde evidentemente se gesta todo en este Barça, aunque solo sea porque de ahí parte el mejor jugador del mundo, con la asociación del hoy por hoy, único lateral de la plantilla con la suficiente capacidad de juego interior. Desde dicha banda, Leo aglutina el juego posicional culé, ejerce para entendernos, como un mediocentro caído a banda. Junta al equipo a la vez que suele ser capaz de girar a la defensa rival. Y si eso no funciona, siempre queda la opción de hacer algo parecido, evidentemente no igual, con Neymar y Alba en el lado opuesto.

Ayer no fue el mejor partido del extremo brasileño, pero, sin paños calientes, el partido de Alba fue directamente horripilante. Para jugar en este equipo se pide un mínimo de capacidad asociativa, un mínimo de pausa, un mínimo de lectura de juego. Hoy por hoy Jordi Alba no lo tiene. No es un tema de si su espalda sale gratis, de si su balance defensivo es mejorable. No. Sinceramente, no creo que esas sean carencias del lateral catalán, el problema es otro, bastante más lejano a un tema de actitud que de aptitud.

Ya hemos comentado alguna vez por aquí que el «Barça de los centrocampistas», como tantas veces le gustaba decir a Guardiola, ha dado paso a un equipo cuyo origen y casi podríamos decir que único fin, es activar a sus tres mejores jugadores, sus delanteros, sus estrellas. Planteamiento lícito donde los haya y que llevaba mes y medio funcionando. Pero esto no necesariamente implica que el resto del equipo pierda peso, hasta el punto de ser prácticamente inidentificable el fútbol de los interiores de este equipo. Esta automutilación me resulta particularmente inaceptable, dado que limita en si mismo las opciones de juego, y en partidos cerrados como el de ayer, penalizan de manera flagrante. Ni una conducción de un interior decente en todo el partido, pasando de artistas principales a funcionarios de ministerio.

El único vestigio del centro del campo culé, tanto para lo bueno como para lo malo, sigue siendo la seña de identidad personificada en Sergio Busquets. Ayer en transición defensiva volvió a mostrar sus carencias, su incapacidad para realizar cierto tipo de lectura, cuando el rival rompe la primera línea de presión rival de manera rápida y efectiva, como ya hemos comentado que realizaba ayer de una forma continuada el equipo blanquiazul. Por el contrario, es probablemente, junto con los conceptos centrocampistas de la banda derecha culé que ya hemos hablado antes, el único jugador que entiende el juego posicional blaugrana, como no hace tanto tiempo se practicaba en el Camp Nou.

A este respecto solo os llamaré la atención de un concepto, más que su capacidad para distribuir el juego en uno o máximo dos toques, me gustaría que revisaseis su capacidad ayer de realizar el «Salto al colindante«. Sencillo concepto que ya analizamos en su momento aquí en la sección de El Rincón del Técnico por parte de @maikelscouting.

Volviendo al césped, comentar que después del 0-1, que vino tras un error de entendimiento entre Alves y Claudio Bravo, que aprovechó un rapidísimo Juanmi en el minuto siete. Luis Enrique intentó en la segunda parte, agitar el partido dando entrada a Rakitic por Rafinha y sobre todo a un Pedro en el puesto de Alves en la banda derecha y un Mascherano que sustituyendo a Iniesta, mandaría a Piqué al área de Kameni. No funcionó. El Málaga no se descompuso y apenas se inquietó el área malacitana. Mala sensación la de ni siquiera transmitir cierta fé en la remontada.

Por suerte el fútbol da pronto revancha, en apenas tres días veremos si estas seis última semanas han sido un espejismo o lo de ayer un mero tropiezo. El Etihad dictará sentencia y todavía estamos en Febrero…